Al igual que Tom Hanks, Sly ha tenido que enfrentarse a la piratería. El primero lo ha hecho, en una interpretación magistral, en la película Capitán Phillips (2013), el segundo lo ha tenido más crudo; los piratas con los que ha tenido que lidiar no son de los que te abordan en un barco, son esos que, desde la comodidad de su hogar, pueden hacer que pierdas más dinero que el Gobierno Español en Contabilidad B.
Al parecer, la policia británica ha dado con los responsables
de tal delito: un hombre de 33 años y otro de 36, a los que se les acusa de
ser los responsables de acceder a la nube de almacenamiento donde estaba
guardada la película.
Desde SLYMACHINE queremos hacer una reflexión en
relación a esta noticia; ¿quién en su sano juicio cuelga una película, antes de
su estreno, en una nube? Es como retar a los hackers a que vengan a robártela.
Por naturaleza somos desconfiados y no entendemos
este tipo de acciones. El que esto escribe ha tenido la oportunidad de hablar
con un informático con cara y ojos y me comentaba lo difícil que es que algo
así ocurra en una empresa donde se guarda material confidencial. Para acceder a
este tipo de información existe tantos filtros que cuando pasas el primero ya
lo sabe hasta el hijo del vecino de al lado. Eso sí, tienes una película de
Stallone y un par de freaks la descargan mientras se toman un cola y ven un
partido de fútbol en la tele por cable.
Por tanto, es lógico pensar que este tipo de
filtraciones ocurran desde dentro, desde la propia productora. No se entiende
que algo así pase y, si los hechos se
han sucedido según la versión oficial de la policía, lo más justo sería que
Lionsgate y Millenium Films incorporase en su plantilla a los dos piratas y
despidiera a los “listos” que colgaron el film en su particular nube. ¡Con el
pan de Sly no se juega!
Y ya que estamos metidos en el ajo vamos a dar una
idea para todos aquellos que desde “arriba” no saben cómo combatir la
piratería, ahí va: ¡¡BAJAD LOS PRECIOS DE LA ENTRADA DEL CINE!! Soy de la
opinión de que casi cualquier película merece la pena verla en pantalla grande
pero, con los precios que se pide por entrada, uno se conforma con verla en
casa mientras aprovecha para hacer una plancha o prepara la comida para el taper
del día siguiente. Por supuesto, sin recurrir a la descargas ilegales, ¡¡Dios
me libre!!