martes, 27 de enero de 2015

SCARFACE (EL PRECIO DEL PODER)


Qué ganas tenía de escribir algún día sobre este gran clásico del cine de gangsters! O mejor dicho, sobre el gangster más chulo que se ha visto en este género. Su nombre Tony Montana, un tipo que hubiera dejado con la boca abierta a todo el clan Corleone.


El Precio del Poder (1983), dirigido por Brian de Palma, es un remake del film del mismo nombre, dirigido por Howard Hanks en 1932. Su maravilloso guión lo firma Oliver Stone, que un año antes había ejercido también como guionista para Conan el Bárbaro. No hace falta ni mencionar quien interpretó a este cubano con más ego (pelotas) que cabeza, Al Pacino construyó en esta película un personaje inimitable que ha pasado ya a los anales de la historia cinematográfica.

Os contaré una manía personal que tengo y que llamo “La ley de los diez minutos”, esta manía no es mas que comprobar si en los diez primeros minutos de una película hay algo que me interese. Si en esos diez minutos nada (pero, nada de nada) ha conseguido despertar mi interés es que no vale la pena seguir viéndola. Justo al contrario, si un film es capaz de cautivarme durante esos diez minutos es seguro que lo que voy a ver me va a gustar. En el caso de Scarface, esto ocurre desde que aparece en escena la cara de Al Pacino, transformado en Montana.

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 Paul Muni y Al Pacino, protagonistas de Scarface
La presentación del personaje es simplemente cautivadora y atípica en el cine de mafiosos. Con primeros planos de Montana, en un plano secuencia que sólo soportan actores de la talla de Pacino. Sus gestos y su chulería mandan las primeras señale, buen precedente de lo que veremos en el resto de metraje.  Para esta escena, lo que más le preocupaba a Pacino era que la cicatriz que luce en su rostro pareciera creíble, según el actor, si el maquillaje no resultaba creíble el personaje y la película perdería autenticidad. Nada más lejos de la realidad.

Pocos minutos después de la presentación del personaje asistimos a una de las mejores escenas de la historia del cine. Como hiciera Hitchcock en su obra maestra llamada Psicosis, De Palma consiguió crear su particular y terrorífica escena de la bañera, utilizando más ingenio que efectos. De Palma como Hitchcock rodó una de las escenas más violentas y sangrientas sin mostrar, en ningún momento, las heridas de la víctima. Si en Psicosis no vemos en ningún momento cómo el cuchillo penetra en la víctima, tampoco sucede con la sierra mecánica que corta en pedazos al compañero de Montana. El sonido del motor de la sierra y la mirada de Montana, mientras presencia la tortura de su amigo, son suficientes para que veamos como el pobre desgraciado está siendo descuartizado.

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La escena de la bañera, de lo mejor del film

Pero no todo es violencia en El Precio del Poder, Stone pensó que una película con tanta violencia creaba una tensión que necesitaba de ciertos deshagos para el espectador (técnica muy utilizada en las películas de terror), así que le dio a Montana un cierto carácter burlesco cuando no estaba de negocios. Necesitaba que de alguna manera, el espectador pudiera simpatizar con este tipo sin escrúpulos. Especialmente sonrojantes son los primeros intentos de conquista de Montanta con el Elvira, personaje interpretado por Michelle Peiffer, ante ella se muestra como un adolescente bobo que intenta impresionar a la dama con tácticas como mostrarle su descapotable tapizado de leopardo.

El amor es el único punto flaco del chulo Montanta, su obsesión por ser poseedor de dos mujeres de las que está enamorado le vuelve loco, lo peor es que una de ellas sea su propia hermana, interpretada por una joven Mary Elizabeth Mastrantonio. El compositor Giorgio Moroder fue muy inteligente al crear dos melodías muy similares (aunque no idénticas) para sazonar aquellos momentos en que el mafioso estaba acompañado por una de estas dos féminas, dándonos a entender así que los sentimientos de Montanta hacia las dos mujeres son prácticamente los mismos.

La película cuenta con un ritmo que te lleva al final sin apenas enterarte, De Palma combina con maestría las escenas de acción con aquellas que necesitan de un ritmo más sosegado, especialmente en aquellos momentos que necesita de una tensión previa a un hecho dramático: la conversación entre Montanta y el futuro verdugo de su colega antes de la escena de la ducha, el momento de reproches entre Montanta y Omar Suárez antes del asesinato de éste o la escena en que Montanta descubre que su hermana se acaba de acostar con Manny Rivera, su mejor amigo al que él mismo mata momentos después.

No podemos olvidar el magistral desenlace de la película, Brian de Palma tomó prestado el mismo final de la primera Scarface pero multiplicó el número de asesinos y de disparos (muy exagerado, por cierto) para dar caza a Tony Montana. Si la película mostraba el rápido ascenso de un mafioso, que pasa de la calle a una mansión privada con cámaras de seguridad, también debía mostrar la destrucción (o autodestrucción) del mafioso. Para ello nada mejor que encerrar a Montana en una fortaleza que es asaltada por todo un ejército de matones dispuestos a llenarlo de plomo, la imagen del mafioso enfrentándose él sólo a sus asesinos mientras les chulea y provoca deja a todos los personajes interpretados por Chuck Norris como unos blandos.

Apoteosis para el final

Tras su estreno, la película tuvo que soportar la cantidad de malas críticas por parte de aquellos críticos que vieron en Scarface sólo como un ejercicio de violencia gratuita. Quizá este sector que se llevó las manos a la cabeza en 1983, se quedó en la superficie y no supo ver la obra maestra que se ocultaba bajo esa capa de sangre. Una película que el tiempo ha sabido poner en el lugar que se merece, convirtiéndose en todo un clásico del cine de gansters.

Diez años después del estreno de Scarface, el equipo De Palma y Pacino volvieron a unirse para rodar otra obra maestra llamada Atrapado por su Pasado, la historia de otro mafioso que acaba de salir de la trena después de años de reclusión. La crítica se apresuró a calificarla como la “secuela” de Scarface, nada más lejos de la realidad. Si Tony Montana, hubiera vivido diez años en la cárcel no hubiera salido siendo el angelito que es a su lado Carlito Brigante, un tipo que ha roto con su pasado que le persigue, que ha renunciado a la violencia y que sólo quiere reunir el dinero suficiente para fugarse con su novia. Aquí ya no hay ansias de poder ni gloria, sólo supervivencia, aunque termine fiambre al final de la cinta…Secuela o no, quedó claro que cuando De Palma y Pacino se embarcan juntos en un proyecto el resultado es cine de calidad.