Al igual que sus dos predecesoras, esta tercera entrega arranca por todo lo alto con una secuencia de rescate del preso Snipes, que es trasladado a una prisión de máxima seguridad, a bordo de un tren militar. Aquí debemos detenernos por un momento para criticar los trailers que hemos ido viendo estos meses y que nos han adelantado todas las escenas más espectaculares, además en orden cronológico....Al final uno tiene la sensación de que va al cine a ver las escenas de relleno de la película.
La apertura de la película es atractiva y prometedora, nos presenta al personaje nuevo interpretado por Snipes, que se cuela como una bocanada de aire fresco para la trilogía. Un personaje que promete mucho pero que, a medida que avanza la película, se va desinflando hasta ser uno más de esos que sólo disparan y poco hablan. Una pena.
Más tarde se nos desvela lo que será el argumento de la película; Barney Ross decide disolver a su grupo de mercenarios y se va, cuál caza talentos, a reclutar a unos pipiolos mercenarios para usarlos como carne de cañón en una misión suicida. El reclutamiento de las jóvenes promesas se alarga demasiado y es bastante ridículo, sobretodo viendo en qué criterios de selección se basa Barney. De los jóvenes poco hay que decir, no despiertan ningún tipo de interés y aportan poco a la película, lo único que consiguen es que echemos muy de menos a los viejos mercenarios. Y esto es lo más reprochable de esta tercera parte, se carga la esencia y lo que hace especiales a los dos primeras partes; a los veteranos de la función, que es lo que hemos pagado por ver. El rato largo que estamos sin verlos tenemos ganas de levantarnos de la butaca e ir a buscar un refresco.
Hablemos de lo bueno; Mel Gibson y Banderas. Sobretodo el primero, que se esfuerza por crear un villano que nos acojone con sólo soltar frases como "chaval, no querrás verme cabreado". Gibson luce entre tanto personaje soso, se apodera del protagonismo de la película en cada plano que aparece aunque no pronuncie una sola palabra, gana por KO en el cara a cara con Stallone, que por mucho que ponga cara de cabreado no es capaz de acojonar como Mel. Luego está Banderas, que con su histrionismo que ya nos regaló en películas como Desperado o El Zorro consigue convertirse en el personaje cómico que nos hace reír, un desahogo entre tanto chiste malo autoparodico del que se abusa en los personajes de más músculo.
Hablemos de la acción de la que poco o nada vamos a decir. Lo mejor ya lo podemos ver en el tráiler, a excepción de alguna pelea cuerpo a cuerpo que nos saben a poco y que quedan a años luz de las gozadas en la primera The Expendables. En The Expendables 3 apenas luce Stallone y Statham que da la sensación de que no querían cansarse demasiado en el rodaje de la película. Más espectaculares resultan las ostias de Banderas y Ronda que, gracias a la dirección mareante de Patrick Hughues, esa que consiste en rodar las peleas a toda ostia y moviendo la cámara como una coctelera, consigue que entendamos poco de lo que pasa; quien pega a quién es a veces todo un misterio. Especialmente decepcionante es la pelea final entre Stallone y Gibson que vuelve a dejarnos con la sensación de querer ver más. En esta tercera película vemos más que nunca a los dobles de los actores, lo cual no deja de ser bastante decepcionante sobretodo en el caso de un Stallone que necesita tirar de especialista para dar un par de puñetazos, algo similar a lo que viene haciendo Steven Seagal desde hace cerca de veinte años.
No queremos olvidarnos del gran olvidado en este película; Jet Li, que se limita a pronunciar una sólo frase y a disparar desde un helicóptero; ni un sólo puñetazo, ni una sola patada. Ahora podemos entender por qué Jackie Chan lleva ya tres películas diciendo que no a Stallone. El actor dijo que aparecería en alguna Expendables si en la película sólo estaban él y Stallone ya que, si aparecen muchos actores, teme sufrir la suerte de Li y salir poco, pero que muy poco. Chan es sabio.
Como conclusión final podríamos decir que The Expendables 3 es la sombra de las dos anteriores, con menos ganas y menos entusiasmo, confiando demasiado en el tirón mediático de la saga y de su reparto. A pesar de ello cumple con lo que promete y no engaña a nadie; vemos más de lo mismo y eso a los freaks no nos importa. Si podemos ver a los grandes del cine de acción juntos y en pantalla grande ya somos felices. Nos conformamos con poco, pero no pasamos por alto lo malo de todo lo bueno de este tipo de cine.