Veintiún años después del estreno de Cliffhanger (Máximo Riesgo), el productor de la saga A todo gas, Neil
Moritz, ha puesto en marcha el reboot o remake del gran éxito de
Stallone. Según informa Deadline, el proyecto se encuentra en su primera
fase de desarrollo con Joe
Gazzam escribiendo el guión. Pero recordemos qué significó aquella
película de Stallone que muchos consideramos de las mejores de nuestro actor
fetiche.
Después de haber
vivido una década de gloria con personajes de acción, Stallone quiso estrenar
los 90 con un par de giros en su carrera que casi lo hunden para siempre en las
profundidades del olvido. El primer fiasco fue la comedia “Oscar“(1991) para
después repetir la misma suerte en 1991 con “Alto, o mi Madre Dispara”.
Debieron de pitarle tanto los oídos que decidió ponerse a escribir un nuevo
guión que lo apartase del rol de personajes de acción que había interpretado en
los ochenta, así es como en 1993 llegó “Cliffhanger” (“Máximo Riesgo”), uno de
los trabajos más espectaculares y rentables del actor.
Sly encontró en este
proyecto el mejor personaje secundario después de Apollo Creed; los Alpes
Dolomitas italianos, un escenario natural que hace grande una película con un
guión pequeño, lleno de tópicos del cine del género que, por otra parte,
Stallone consigue hacer funcionar como sólo él sabe. A Sly le importó poco
documentarse en las técnicas de escalada, no fuera que esto le restara
creatividad a la hora de escribir las escenas imposibles que nos regala su
guión, con saltos y piruetas impracticables que dejarían boquiabiertos a más de
un escalador. La escena del prólogo de la película –aunque poco creíble- es
simplemente espectacular, la muerte de la novia de su compañero precipitándose
al vacío tiene una mala leche pocas veces vistas en el cine de acción.
Cuando todavía no nos
hemos recuperado del susto inicial, volvemos a aguantar la respiración en la
escena de la toma aérea entre dos aviones. Una espectacular secuencia donde el
doble Simon Crane tuvo que lanzarse en tirolina de un avión a otro a más de 4.000 metros de
altura, en una época donde se rodaba todavía de forma artesanal, el
especialista consiguió cobrar un merecido millón de dólares sólo por este
trabajo, además de entrar de cabeza en el
Libro Guinness de los Récords.
Para el que todavía no la haya visto la película (no sé a
qué estáis esperando) resumiremos brevemente el argumento. Un escalador (Sly)
atormentado por un fallido rescate que
acabó en tragedia (la mencionada escena de la novia de su compañero) y
tras alejarse de las montañas durante un año, vuelve para encontrarse con una
inesperada misión: unos criminales tratan de secuestrar un avión que transporta
dinero (escena de la tirolina), se estrellan en la montaña –perdiendo los
maletines con la pasta- y fuerzan al bueno de Sly para que los guíe por las
montañas en busca de los billetes perdidos.
Partiendo de esta premisa, Stallone y el director Renny
Harlin, construyen una cinta plagada de trilladas frases y chistes fáciles que
encajan como un guante en un espectáculo visual que poco necesita de diálogos
profundos. Harlin se vuelve tremendamente perezoso a la hora de rodar y recurre
a la cámara lenta sin audio, con sólo la música de Trevor Jones, para acentuar
el dramatismo de las escenas en las que algún inocente muere. La primera escena
de este tipo impacta, las demás aburren, ya que uno no puede ser original si se
repite una y otra vez.
Uno de los puntos fuertes del film es la aparición de dos
excelentes actores como son John Lithgow, en el papel de villano, y Michael
Rooker como compañero de Stallone. El primero construye un malo de esos que te
llevarías a casa para; un malo malote con un carisma y una gracia sólo
comparable al personaje de Alan Rickman en la primera entrega de Jungla de
Cristal. El segundo se limita a dar la réplica al villano y sus secuaces de
manual, con más o menos gracia, pero con bastantes pocas ganas de hacer creíble
un esteriotipado personaje que sirve como voz del espectador, pasándose la
película sermoneando a los malos de la función, como si eso fuera a servir de
algo…
Una vez más, Stallone construyó un proyecto a su medida
que dejara lucir again la buena forma física de la
que gozaba a sus 47 años, esforzándose como siempre en realizar unas logradas escenas de
acción. Es un cine que se aleja de los personajes “duros matones” que
interpretara en ochenta pero que, una vez más, se ve obligado a hacer uso de su
fuerza y tenacidad (la historia de la vida artística de Sly). Stallone se
enfrenta, otra vez, a un reto deportivo; la escalada, que se atreve a combinar
con una trama clásica de cine de acción, con buenos y malos y mucho dinero de
por medio. Hablando de dinero;
Cliffhanger consiguió recaudar 255 millones de dólares.
Ahora, los fans de aquel cine de acción
de los noventa, nos preguntamos qué resultará de este futuro reboot de aquella
mítica película. Bien seguro es que no veremos un cine artesanal y sí mucho
croma de por medio. ¿Entrará esta película en el Libro
Guinness de los Récords? Mucho lo dudamos.