Ayer por la noche y por casualidad,
tuve la suerte de tropezarme con la emisión de esta joya de nombre La Cocina del Infierno
(Paradise Alley).Un film que Sylvester Stallone escribió, dirigió y protagonizó
en 1978, dos años después de haber triunfado con su emblemática Rocky (1976).
Paradise Alley, ambientada en 1940,
narra la historia de tres hermanos italianos que deben ganarse la vida en un
barrio marginal de Nueva York, de nombre igual al título de la película.
Cosmo (Sylvester Stallone) es un
tipo caradura y manipulador que ve en su fuerte y bondadoso hermano Víctor (Lee
Canalito) un diamante en bruto que explotar como luchador de lucha libre y ganar
así dinero y fama a su costa. Lenny (Amand Assante) es el tercer hermano y el
contrapunto amargo, un tipo hundido, veterano de guerra y lisiado que no
aprueba la manipulación que Cosmo ejerce sobre el inocente Victor.
Sobre esta sencilla premisa se erige
un proyecto lleno de encanto, inocencia y sentido del humor, con unos
personajes y situaciones que rozan el absurdo. Stallone dirige con frescura y
entusiasmo una película que, en su carácter, puede recordarnos a un episodio
del Equipo A, donde incluso los malos más malos son encantadores.
Se plantea escenas tremendamente
delirantes como ese pulso entre Víctor y el matón del gangster del barrio que
no acaba nunca, o el momento donde Cosmo pide consejo a su amante sobre como conquistar
a una chica decente que “le gusta de
verdad”.
Stallone supo reservarse el papel
más atractivo de la película, adjudicándose el rol de hermano manipulador y
trepa. Para él lo fácil y más previsible hubiera sido encarnar al luchador,
recordemos que su fama estaba aún muy fresca gracias a su primera película de Rocky.
En lugar de eso prefirío meterse en la piel de ese liante que no calla nunca
pero que goza de un encanto especial.
Paradise Alley es un caricatura de
un momento y un lugar de la historia no exenta de matices dramáticos; el
soldado que lo dio todo y que ahora no tiene nada, la pobreza y la delincuencia
del barrio donde transcurre la historia o el buscavidas capaz de vender a su
família por dinero.
Stallone, en algún momento de los
ochenta, pensó que sólo podía hacer películas de músculo y se equivocó de
pleno; Paradise Alley es prueba de ello.