miércoles, 12 de noviembre de 2014

JET LI

SLYMCHINE

Con sólo nueve años pisó el césped de la Casablanca para realizar una exibición de artes marciales ante los ojos atónitos de Richard Nixon. Éste, asombrado por las proezas gestuales del pequeño, bromeó con preguntándole al chaval si quería ser su guardaespladas. La criatura le contestó que él no debía proteger a un solo hombre si no a cientos de ellos. Estas palabras fueron del agrado del pueblo y gobierno del chaval, aquel niño se convirtió en todo un icono para el país chino. Empezaba a forjarse la figura de Jet Li. 


Jet Li fue la superestrella de la China de los años 70 y 80. Incluso cuando el presidente Ronald Reagan visitó China, no olvidó darle la mano. Tanta era su popularidad de Li que la industria del cine de Kung Fu quiso aprovechar ese tirón mediático para proponerle protagonizar una serie de tres películas que, con el tiempo, se convertirían en referentes del cine de artes marciales: El templo de Shaolin (1983), Los herederos de Shaolin (1984) y Las Artes Marciales de Shaolin (1985). 

Acomodado en su popularidad china y algo cansado de hacer el mismo tipo de películas, decidió dar el gran salto y hacer las maletas hacia Los Ángeles para probar suerte en Hollywood. El sueño americano se le resistió durante unos años -su relativa baja estatura (1,68 ó 1,69) y su mal dominio del inglés eran un lastre para su proyección hollywoodense-  hasta que llegó la oportunidad de aparecer con un papel secundario en una de las sagas más famosas y queridas por el público americano e internacional; Arma Letal. En Arma Letal 4 (1998) no pronucia una sola palabra en inglés pero no le hace falta, consiguió una interpretación magistral con sólo gestos y miradas, llegando a acojonar de verdad, interpretando a un villano que no fue del agrado del pueblo chino. Éste contempló con relativa decepcción cómo el “héroe chino” se pasaba al “otro lado” interpretando al malo de la función.

SLYMACHINE
Li junto a Gibson y Glover en Arma Letal 4
Después llegaría Romeo debe Morir (2000), donde por fin se hizo con el papel protagonista de la función, más tarde llegaría El Único (2001) donde fue capaz de interpretar a su protagonista y a todos sus clones en un argumento más complicado de lo habitual en este tipo de género. En 2002 llegó su “particular Tigre y Dragón” con la película Héroe (2002), en 2008 llegó el esperado encuentro entre él y Jackie Chan en El Reino Prohibido. Ya en 2010 nuestro Sly lo rescató para darle un papel en The Expendables (2010), donde fue capaz de lucir con un toque autoparódico que le sentaba bien. Lástima que su protagonismo se fuera apagando en las dos próximas secuelas de la franquicia; The Expendables 2 y The Expendables 3 (en una bochornosa aparición de unos pocos minutos). Este tipo de películas le fueron apartanto poco a poco de sus fans chinos, que no veían con buenos ojos que el actor utilizara cables y efectos típicos de Hollywood tan criticados entre los fans del cine de artes marciales tradicional.

Jet Li nunca ha tenido la proyección internacional de la envergadura de su amigo Jackie Chan pero ha sabido hacerse un hueco en la industria de Hollywood, labrándose una fama de tipo coherente con sus creencias budistas y con su dedicación al cuidado de sus seres queridos. Estos valores le han cerrado no pocas puertas a la hora de protagonizar películas que posteriormente se convirtieron en éxitos de taquilla. Llegó a rechazar el papel protagonista de Tigre y Dragón (2000), de Ang Lee, para estar al lado de su mujer embarazada a la que prometió que estaría junto a ella hasta que diera a luz. A pesar de todo, ha sabido crear un estilo propio, alejado del estilo de Bruce Lee (por mucho que algunos productores intentaron que fuera el relevo de éste) o de su contemporáneo Jackie Chan.

Quienes lo conocen de cerca aseguran que es un tipo pacífico que rechaza todo tipo de violencia, lo que puede parecer del todo contradictorio en un actor que basa su carrera en peleas de artes marciales. Según la opinión de Li, el  Wushu (arte marcial del que es esperto) no es para la autodefensa y siempre se debe pensar en la resolución pacífica de cualquier conflicto. Y lo demuestra dando ejemplo; a sus 51 años nunca se ha visto envuelto en una pelea callejera. Aquel niño que dejó atónito a Nixon en la Casablanca sigue viviendo en el interior de Jet Li. Esperamos verlo pronto en la gran pantalla como solo él se merece.