Una de las mejores decisiones de mi vida la tomé en 1987 cuando, una a priori aburrida tarde de domingo decidí acompañar a mi hermano y a uno de sus amigos al cine Comedia de Barcelona. Todavía no sabía que iba a disfrutar de una de las mejores películas que he tenido la suerte de poder ver en la gran pantalla (¡¡y en sesión continua!!): Robocop.
Viendo el cartel de Robocop, se
podría sospechar que iba a ser una copia mala de Terminator,
estrenada con gran éxito justo tres años antes. Nada más lejos de la realidad,
con un enfoque totalmente diferente a la película de James
Cameron, el hombre robot llamado Robocop consiguió
dejar huella en un terreno ya pisado por el destructor interpretado
por Schwarzennegger. El holandés Paul Verhoeven consiguió
crear una crítica satírica, gamberra y visceral de la sociedad americana.
Si un director es bueno puede trabajar en cualquier
género. Algo así debieron pensar los productores de Robocop
al ofrecer la dirección de la película a un director extranjero al que no le
gustaba la ciencia ficción, además de que no parecía atraerle la idea de dirgir un film de un policía que se convierte en robot.Según el propio Verhoeven, al leer el guión de Robocop pensó
que la película sería una tontería y lo tiró a la basura. Fue su mujer la que,
tras recuperarlo y leerlo, le convenció de que el personaje tenía más matices
que podían ser explotados y que además podía convertirse en un película muy
violenta. Verhoeven, amante
de la violencia exagerada en el cine,
recapacitó y decidió rodarla.
El traje de Robocop iba a
ser una especie de forro que envolvería por completo al actor que interpretase
al robot policia. Esto suponía que el actor no podía ser una persona demasiado
corpulenta, más al contrario. Peter Weller fue
el elegido, su complexión delgada y su control de los gestos corporales,
heredados de la práctica de artes marciales, lo convirtiron en el actor idóneo
para el papel. Peter sufría deshidratación cada
vez que rodaba con el disfraz de Robocop que
consitía en un traje flexible, lo que permitía libertad de movimientos,
recubierto de una reluciente armadura que daba el aspecto metálico que
precisaba el personaje. Éste fue cuidadosamente iluminado para que esta
armadura siempre brillase.
Una de las escenas que se me quedó grabada en la
retina para siempre es la del asesianto de Murphy. Hasta
ese día mis jóvenes ojos no habían contemplado una matzanza así en cine, al
menos que yo recordara. La sensación que me produjo no la volvería a vivir
hasta diecisiete años después, con la tortura y muerte de Cristo
en La Pasión de Cristo, de Mel Gibson. Y
es curioso porque existe un paralelismo entre los dos personajes ya que los dos
mueren de forma violenta para después resucitar y volver a la tierra para una
nueva misión.
El Cristo de los ochenta |
En Robocop hay
pocos buenos, pero que muy pocos. La mayoría
de personajes son malos malotes, incluso aquellos que deberían ser buenos en otro tipo de películas, ejemplo de ello son los
directivos de la compañía OCP (empeñada
en privatizar la seguridad ciudadana) interpretados
por Ronny Cox y Miguel
Ferrer. Son ejecutivos capaces de matarse entre ellos con el fin de
apartar de su camino a todo aquel que se interponga, es la ley del Far West, enmarcada en un debastado Detroit.
Por supuesto no podemos olvidar la banda de malos
protagonistas, encabezada por el personaje interpretado por Kurtwood Simith. Verhoeven buscaba para interpretar a este
maléfico personaje a una actor que pudiera recordar a un personaje terroríco de
la historia; Himmler (mano derecha de Hitler),. La caracterización, con las horribles gafas a lo Himmler y la interpretación de Simith
construyeron un villano inteligente y salvaje, de esos que dan miedo de verdad,
con un macabro sentido del humor que pone los pelos de punta.
Simith como el Himmler de Detroit |
Como no podía ser de otra manera en los ochenta, la
banda sonora cuenta con sintetizadores de la época, que utiliza el compositor Basil Poledouris en aquellas escenas en que Robocop se comporta como máquina. Cambia de manera radical
en aquellos momentos en los que la parte humana de la criatura resurge,
utilizando aquí instrumentos de orquesta para aliñar los momentos en los que Murphy deja de ser Robocop.
A nivel visual Robocop nos
regaló imágenes de esas que no se olvidan. Con el tiempo me parece especialmente
encantadoras las escenas en las que aparece el terrible y paródico ED-209 (también conocido como la versión defectuosa de Robocop), creadas con la técnica del stop motion,
que consiste en mostrar
imágnes fijas sucesivas para crear el efecto de movimiento, técnica nacida en
1906 y que Tim Burton rescató para su Pesadilla antes de Navidad
(1993). Además de esas gloriosas secuencias, Robocop está
plagada de momentos y detalles encantadores:
-La forma de enfundar
el arma Murphy y después Robocop.
-La frase de Murphy/Robocop: “vivo o muerto, vendrás conmigo” (al más
puro estilo John Wayne).
-El grito de “que
alguien llame a un médico”, después de que ED-209 dispare
unos cuarenta balazos (o más) sobre el pobre empleado de la OCP , que se presta al
experimento de la escena de presentación de la máquina.
-La mancha de orina en
los pantalones que deja uno de los trabajadores de la OCP cuando sale corriendo del baño.
-Las primeras tomas de
conciencia de Robocop, filmados en cámara
subjetiva, después de la muerte y resurrección de Murphy
como máquina.
-La banda de villanos
haciendo explotar coches y tiendas por pura diversión, sólo con el pretesto de probar unas potentes armas.
-ED-209 intentando
bajar unas escaleras para después terminar rodando por ellas, quedándose panza
arriba y pataleando como una cucaracha mientras grita como
un animal herido.
-La escena final
cuando, después de salvar al presidente de la OCP , éste le
pregunta: “¿cómo te llamas hijo”, y Robocop responde:
“Murphy”.
ED-209 |
Robocop es
un Frankestein de los ochenta, un muerto que es resucitado sin su consentimieto,
que vuelve a la vida para ser un ser
diferente al resto de la humanidad. Movido por unos intintos y sentimientos
heredados de su vida pasada que le impulsan a acciones que no logra comprender.
Si Terminator era
una máquina sin sentimientos venida para aniquilar al ser humano, Robocop es un robot víctima del hombre, en una sociedad
corrupta contra la que debe luchar. Está claro que yo no aprecié todos estos
matices cuando la vi con doce años y es eso lo que hace de Robocop una
película de obligado revisonado en la época actual, lamentablemente la realidad
actual tiene demasiados paralelismos con Robocop. Con
suerte la volverá a proyectar Phenomena y
podremos disfrutarla en pantalla grande, como se merece. Recordad llevad a
vuestros hijos si rondan los doce años de edad.
Dedicado a mis amigos de Blogcaspa http://blogcaspa.blogspot.com.es/
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