jueves, 5 de marzo de 2015

POCO DINERO, MUCHA CREATIVIDAD



El ser humano tiende a crecerse ante la adversidad, cada obstáculo es un reto, cada barrera un motivo para superarse y hacerse más fuerte. A menudo esto ocurre con los profesionales que tienen la suerte de trabajar en la industria del cine, algunos de aquellos que lo han tenido crudo han sabido hacer obras maestras creadas prácticamente de la nada. Su inventiva y genialidad se han visto forzadas, alcanzando límites de creatividad que jamás hubieran imaginado. En ocasiones este fenómeno se ha producido justo a la inversa; aquellos que crearon grandes obras con poco presupuesto han realizado años después proyectos mediocres cuando han contado con un presupuesto mayor. Hagamos pues un recordatorio de algunas películas a las que la falta de presupuesto les vino muy bien.


Es obligado en este blog empezar por Rocky (John G. Avildsen, 1976). Con un presupuesto inferior al millón de dólares acabó registrando ganancias que superaron los 250 millones, eso si contar que se convirtió en la plataforma que hizo despegar la carrera de Sly. Contra cualquier pronóstico, contratar a un desconocido Stallone y rodar en Filadelfia con recursos limitados consiguió que Avildsen rodara una historia “real” que reflejara el sentimiento del pueblo americano, convirtiéndose el personaje en todo un símbolo de esfuerzo y superación. Como anécdota recordar la escena en la que Rocky corre junto a Adrian en la pista de hielo, en principio esta escena debía contar con una cantidad considerable de extras patinando alrededor de la pista pero como no había dinero para contratarlos, tuvieron que  rodar la escena sólo con la pareja protagonista, consiguiendo así una de las escenas más románticas de la saga.

En Tiburón (Steven Spilberg, 1975) el robot del escualo fallaba tan a menudo que el director tuvo que idear otra manera de mostrar al devorador de hombres. Para ello se le ocurrió la idea de los bidones que salen a flote y que se supone que lleva clavados en su cuerpo el pececito asesino. Unos simples bidones flotando en el mar consiguieron proyectar al espectador la aterradora idea de que bajo ellos se encontraba un tiburón con una fuerza desmesurada, capaz de hundir cualquier cosa. Spilberg consiguió transmitir el miedo necesario con la técnica de “insinuar y no mostrar”, tan dada en el cine del maestro Alfred Hitchcock y que rescataría también Ridley Scott en su primera y brillante Alien.

Ver un Tiburón sin verlo, Tiburón (1975)

En Alien (Ridley Scott, 1979) son pocos los minutos que podemos ver al bicho que nos aterra durante toda la película y cuando se muestra no es en su totalidad sino partes de él; vemos su cara y los brazos, un trozo de cabeza, su boca (o bocas) pero jamás vemos un plano de cuerpo entero de la criatura. Esto es debido a que el Alien que aparece no es mas que un hombre dentro de un traje que, cuando intentaba moverse como la criatura, no conseguía la credibilidad que el director consideraba necesaria. Si alguien ha tenido la suerte de ver alguna de las escenas eliminadas habrá podido comprobar cómo se rodaron planos en que el Alien se ve claramente cómo es un ser humano que se arrastra por el suelo, con un resultado más cómico que terrorífico. Menos mal que supieron cortar estas escenas a tiempo.

Insinuar mejor que enseñar, Alien (1979)
La mejicana El Mariachi (1992) es todo un ejemplo de cómo hacer una película con cuatro duros y ser todo un éxito. Esta película marcó el debut como escritor y director de Robert Rodríguez, quién logró el financiamiento para la película utilizando su cuerpo y su propia sangre. El director se sometió a pruebas de medicamentos experimentales a cambio de dinero. Los efectos especiales de sangre de la película fueron logrados gracias a preservativos llenos de pintura roja y los movimientos de travelling los consiguió colocando la cámara sobre silla de ruedas y carros de supermercado. Eso es imaginación cinematográfica. Años más tarde la historia sería retomada en una secuela, esta vez protagonizada por Antonio Banderas, con unas escenas de acción impecables a nivel coreográfico pero con un estilo menos fresco y auténtico que la primera.

Poco dinero y muchas ganas, El Mariachi (1992)

El guión de Buried (Rodrigo Cortés, 2010), surgió con la premisa de que su guionista, Chris Sparling, quería escribir una película que supusiera el mínimo presupuesto posible. Para ello acotó tanto como pudo el número de personajes, quedándose al final sólo con el protagonista e hizo lo mismo con las localizaciones, dejando sólo una caja/ataúd como localización única . Con estas limitaciones, Sparling, que por aquel entonces también pretendía dirigir el film, consiguió escribir una película sin precedentes en la historia del cine, toda una obra maestra a nivel de dirección. Cortés consiguió rodar una película con un solo actor dentro de una caja y la impregnó de un ritmo -a priori inconcebible-, con unos movimientos de cámara imposibles para un espacio tan limitado. Imprescindible ver el making off.

El maestro Rodrigo Cortés dirigiendo una película imposible, Buried (2010)

Termino con una de las excepciones a la regla: Terminator 2 (James Cameron, 1991). El presupuesto de la segunda entrega era considerablemente superior al de la primera película pero esto no resto calidad a la secuela. Si hay algo digno de elogio en James Cameron es su constante espíritu de superación, ejemplo de ello es Terminator 2. Tal como hizo años más tarde en Avatar (2009) el director concentró sus esfuerzos en rodar imágenes con un gran impacto visual, utilizó todo su empeño en crear un efectos digitales sin precedentes hasta ese momento. Terminator 2 no deja de ser un remake de la primera parte, en realidad todas las entregas de Terminator se pueden resumir en una persecución o road-movie con trasfondo apocalíptico, pero aquí mejoró la historia y los personajes (el cambio de registro de Schwarzenegger es impecable) y cuidó mucho el aspecto visual. Cameron superó con creces la calidad de la primera Terminator porque no quiso basar el éxito del film en reclamo del protagonista y los buenos resultados de la primera película, trabajó duro para superar el nivel del primer Terminator y le salió redondo (tome nota Sr. George Lucas).

Terminator 2 superó a Terminator