jueves, 26 de marzo de 2015

CRUSADE, EL MAYOR PROYECTO DE SCHWARZENEGGER QUE NUNCA EXISTIÓ

Durante el rodaje de Desafío Total (Total Recall), el tándem Schwarzenegger-Verhoeven empezó a maquinar la que sería la mayor película de la carrera del actor austriaco. El problema es que jamás llegó a rodarse.



Corría el año 1990, Arnold vivía uno de los mejores momentos de su carrera tras el éxito de Desafío Total, también de Verhoeven. Fue entonces cuando diferentes publicaciones se hicieron eco acerca de la que iba a ser la próxima colaboración entre el actor y el director de la violenta Los Señores del Acero. 

El proyecto en el que estaban trabajando era una película de época que llevaría al fornido actor a luchar en Tierra SantaArnold sería un pícaro llamado Hagen y contaría como compañero de batalla con Robert Englund, más conocido como el actor de Freddy Krueger. También sonó el nombre de Charlton Heston, como posible candidato a interpretar el papel del Papa.

Schwarzenegger llegó a comentar que el nivel de violencia iba a ser del agrado del director que, acostumbrado a deleitarse en las escenas de sangre, no iba a rebajar el tono de este tipo de escenas, táctica que utilizan algunos estudios para conseguir el sello de para todos los públicos, error que sí cometió Sly con su última entrega de Los Mercenarios (2014).

El proyecto parecía ir viento en popa: se sabía parte del reparto, la duración del film (dos horas y diez minutos), se había escrito una primera versión del guión y Canal Plus Francia iba a rascarse el bolsillo para financiar la mayor parte de la cinta, aportando la calderilla de 98 millones de dólares. Todo estaba a punto y preparado y parecía que nada podía fallar, ¿por qué no siguió adelante esta prometedora aventura sobre Las Cruzadas?


En 2014, Arnold desveló el secreto guardado durante estos años; el proyecto hizo aguas por culpa de un ataque de histeria de Verhoeven en mitad de lo que iba a ser la última reunión con el estudio. Al parecer el director montó en cólera cuando le preguntaron qué garantías podía ofrecer de que el presupuesto no pasaría de los cien millones de dólares. Ante un Schwarzenegger boquiabierto, el realizador se dedicó a recitar todo un discurso de indignación, alegando que en el cine no existen garantías de ningún tipo y que ni él mismo podía saber en qué se iba a convertir la película. En palabras del actor, fue un ataque de honestidad en el momento menos oportuno, lo que acabó con lo que podía haber sido la mayor película de la carrera del actor austriaco.

Lo más parecido a lo que podía haber sido un film de este tipo lo destrozó años más tarde Ridley Scott con la ayuda del soso Orlando Blomm, en la aburrida, cansina y tonta El Reino de los cielos (2005), que según parece mejora mucho con la versión del director pero ni Orlando tiene el físico y el carisma de Schwarzenegger ni Scott trata la violencia como Verhoeven. ¿Qué hubiera sido de Crusade de haberse realizado?, tendremos que alquilar un Delorean y arreglar el pasado para saberlo.

lunes, 16 de marzo de 2015

TANGO Y CASH


De las películas más tontas de la historia del cine de nuestro ídolo, esta es una de las que se lleva la palma. “Tango & Cash” (1989)  es un acercamiento por parte de Sly a la comedia que en esta ocasión le salió “bien”.

Tal fue el subidón del actor, que pensó que esto de la comedia era la suyo, embarcándose tres años después en las dos peores elecciones de la historia de su carrera: “Oscar” y “Alto, o mi Madre Dispara”, las dos estrenadas de manera consecutiva en 1991… ¡uf,! Hay películas que golpean más fuerte que la vida.

Sly supo reflexionar sobre el tipo de comedia que el público sabe perdonarle, ésa en la que acción y chistes van de la mano y a toda velocidad, como ocurre en “Tango & Cash”. Esta exitosa fórmula volvió a repetirla en 1993 con “Demolition Man”, proyecto del que salió mejor parado de lo que cabía esperar.

Que lo leído hasta ahora no te lleve a pensar que estoy mal metiendo de esta película que considero un gran entretenimiento muy acorde con los clichés de los ochenta. Un film del que no debes sentir la obligación de ver en la actualidad ya que es de esos films a los que el tiempo realmente les ha hecho mucho, pero que mucho daño. Al revisarla años después he tenido la misma impresión que cuando veo un episodio del equipo A, la sensación de que lo que estoy viendo está enfocado a un público adolescente, casi infantil.



“Tango & Cash” no pretende engañar a nadie, la película se construye sobre un guión que da risa de lo simple que es: una pandilla de jefes criminales, encabezados por Jack Palance, idea un plan para librarse de los dos mejores policías de la ciudad (Tango & Cash), para así poder hacer sus negocios sin que éstos se interpongan. Cuando los músculos de los polis tocan el suelo de la cárcel (recordemos que Sly pisó la cárcel ese mismo año con “Encerrado”) es cuando se ven obligados a unir fuerzas con el objetivo de escapar de prisión y demostrar su inocencia.

Por supuesto, las personalidades de los dos policías son diametralmente opuestas, ¿se ha visto esto en alguna otra película de policías? Mientras Tango (Stallone) es una especie de millonario que sigue ejerciendo de poli para pasar el rato, Cash (Russell) es un desaliñado e impulsivo agente con pocos modales y con un intelecto algo justo. Podemos llegar a afirmar que el éxito de esta  “budy-movie” radica principalmente en el tándem Stalllone-Russell, con una química que se sale de la pantalla, lo que otorga a la cinta la frescura necesaria en este tipo de cine, más orientado al consumo de palomitas que en crear una trama mínimamente creíble.

El actor, compositor y aquí director, Andrei Konchalovsky, consciente de que no estaba rodando precisamente un nuevo “Ciudadano Kane”, intensificó sus esfuerzos en crear escenas de acción bien resueltas, visiblemente agradables y entretenidas, de ésas escenas que el espectador es capaz de seguir sin perderse. En ese sentido, de lo mejor de la película es el momentazo de pura adrenalina en la que los protagonistas se enfrentan a puñetazos con el numeroso “comité de bienvenida” de la prisión.

En el film aparecen caras tan conocidas como las del ya desaparecido “replicante” Brion James, haciendo del matón que prepara la trampa a Tango & Cash,  así como la atractiva Teri Hatcher, en el papel de hermana pivón de Tango (cuando todavía no era una “mujer desesperada”).


Teri Hatcher


La música corrió a cargo de Harold Faltermeyer que recurrió a los sintetizadores tan típicos de los ochenta, ésos que no dejan de recordarnos el mayor éxito del músico alemán: “Axel F”, que en 1985 compuso para “Superdetective en Hollywood”. Por cierto, ¿sabíais que el papel que protagonizó Eddie Murphy en esa película se le ofreció antes a  Sylvester Stallone? Hollywood es un pañuelo.

No cuesta imaginar que la película contó con el esperado apaleamiento por parte de la crítica así como tres nominaciones a los premios Razzie (los anti Oscar de Hollywood): uno para Stallone, otro para Russell y el tercero para el “guionista” Randy Feldman. No ganó ninguno de esos premios pero tampoco obtuvo los beneficios esperados: costando 55 millones de dólares (personalmente no veo dónde se invirtió ese dinero), consiguió recaudar sólo 63,4 millones de dolores, quiero decir…dólares.

Alguien me dijo una vez que una película buena es aquella que te gusta, ese razonamiento me vale para definir “Tango & Cash” como una obra maestra, sobretodo si –como yo- tuviste la suerte de verla el día del estreno con catorce años. Aquella tarde lo pasé tan bien que, lo que pudo ser una de las películas más tontas de la historia, se convirtió para mi en una de las películas que ocupa un lugar en la biblioteca de mi corazón.


viernes, 13 de marzo de 2015

BLADE RUNNER- LA PELÍCULA QUE NO PODÍA FUNCIONAR… Y FUNCIONÓ.

Ahora que ya va tomando más cuerpo la precuela de Blade Runner, es momento de revisitar el original de nuevo. Me gustaría hablaros más de los errores y contradicciones que- a mi modo de ver- la transformaron en la obra maestra que conocemos más que de sus aciertos y virtudes.

Y es que pocas películas post-modernas han hecho verter tantos ríos de tinta como Blade Runner. Debe de ser una de las películas más discutidas de la historia del cine, y eso que para los rígidos estándares académicos se trata de una película “reciente”…

A pesar de que no fue construida para ser tal (se hizo, como todo negocio, para ganar montañas de dinero) estamos hablando de una de las películas de culto definitivas.

¿Que qué es una película de culto? “Culto” no se refiere a seguimiento fanático, ya que para eso tenemos los “Señores de los anillos”, los “Star Wars” y los “Star Trek”.
ESO es culto febril a una película: hacer el saludo Vulcano, esperar horas en una cola a la intemperie para ver la mierda el Episodio I de Star Wars o ponerte un disfraz que ni Paco Clavel se pondría para ir a ver a Gandalf y compañía ir andando durante tres películas -como se relata en Clerks II- hasta la montañita de marras y tirar allí el anillo.

No, ese “culto” se produce cuando una película que no ha sido un éxito de taquilla ni de crítica y parece abocada a perecer en el olvido resurge gracias a una nueva generación de admiradores que la “redescubre”, la “rescata” y la “devuelve” a la primera plana.
¿Sueñas con unicornios?

Hoy en día películas como “2001” y en menor grado “La Cosa” (la de Carpenter) o “Brazil” se dan por hecho que son obras maestras inconmensurables, pero la verdad verdadera es que cuando salieron se la pegaron con todo el equipo.

Blade Runner, de 28 millones de $ que costó tan sólo recaudó 32 millones (otra cosa es lo que ganó en video y con los “recuts” de Ridley Scott).
Es decir, fracasó.

Tengo que hacer un inciso para demostrar el extraño influjo que tuvo esta película sobre el público de su época (sobretodo los jóvenes). Dudo ser el único al que no le gustara Blade Runner en su momento *1. Yo la vi en video (cómo olvidar aquella horrenda carátula que tenía Warner para la peli en España) y no entendí un carajo. No me gustó. Sólo me gustaron las navecitas, los replicantes y los disparos. Nada más. Tenía 10-12 años así que no seáis duros conmigo.

Así que ya vamos llegando a dónde quería llegar: al por qué no gustó en su momento. Y es que esta película lo tenía todo para fracasar…y fracasó.

¿POR QUÉ FRACASÓ?

La(s) clave(s) del éxito es (son) algo muy complicado, tanto que hay gente que la(s) busca toda la vida y no encuentra el más mínimo atisbo de él (ello). O al contrario: también hay gente que no lo busca o no lo merece y lo tiene. No sé por qué estaré pensando en David Bustamante en este mismo momento…

El negocio cinematográfico es muy bizarro. Dos soplagaitas cogen cámaras de vídeo, hacen algo como “La bruja de Blair” o “Paranormal activity” y se hinchan a ganar pasta.

En cambio, un gran estudio apuesta un pastizal en “John Carter” y piensa que a la muchachada le va a molar el rollete de Marte. O que la gente va ir corriendo a ver la “La puerta del cielo” y disfrutar de sus casi 300 minutos de western épico-artístico. O filmas “Gigli” pensando que no puede haber algo mejor en el mundo que ver a Ben Affleck y el culo de JLo meneándose por la pantalla. PERO NO. Se la pegaron con todo el equipo, y hasta llegaron a hundir el barco por completo (caso de United Artists, por ejemplo)


La desgana de Ford le vino muy bien a su personaje
Otro problema que tuvo que afrontar Blade Runner fue su año de filmación: 1982. Fue un año con una competencia durísima y de calidad nunca vista. Fue el año de E.T., Conan, Poltergeist, La Cosa, Tron, Star Trek II, Tootsie, Gandhi, Creepshow, Oficial y Caballero, Acorralado, Annie, Cristal Oscuro, Límite: 48 horas, Porky’s, Rocky III… obviamente todas pugnaban por un mercado limitado y muchas cayeron en la batalla.

Pero mucho antes de eso, Blade Runner empieza como una translación a la pantalla del relato “Do Androids Dream of Electric Sheep?” del cachondo de Philip K. Dick, alguien al que tampoco se le entendió en su propia época…el pobre, desde su dimensión paralela, debe de estar retorciéndose de rabia viendo como sus herederos se forran con los derechos de sus muchas adaptaciones que AHORA SÍ interesan.

Si leéis el relato o intentáis escuchar la horripilante recreación que hicieron los de RTVE (qué poca gana pusieron y qué malos actores escogieron, tan solo el malogrado Álex Angulo lo borda como Tyrell) veréis que hay no pocas diferencias con el material original.

¿DEMASIADOS COCINEROS ESTROPEAN LA SOPA?

Vamos a entrar en harina con la producción, y al principio de todos los problemas.

El GENIO de Alan Ladd Jr.*2 y su fugaz productora “The Ladd Company” dio luz verde a Blade Runner y le asignó un director de postín: Ridley Scott.
Aunque Scott estaba acostumbrado a torear en malas plazas, tenía poniendo la pasta a tipos de negocios duros como Bud Yorkin, productores a la vieja usanza que no se andaban con chiquitas. Ya sabéis, viejunos masca-puros que con sólo escuchar palabras como “visión artística” o “libertad de creación” tienen un jamacuco. Era un matrimonio destinado al fracaso, y de hecho la gestación de la película fue una pesadilla para todos ellos.

Para acabarlo de arreglar, al tarado de Philip K Dick tampoco le había gustado el guión original de Hampton Fancher, así que se llamó a un entonces desconocido, David Peoples, que le dio lustre y que parece ser que fue el lumbreras que introdujo el famoso concepto “replicante” en el meollo.

No es necesariamente malo que se reescriba un guión o haya muchas manos en él, de hecho hay blockbusters con muchas firmas o cambios sustanciales. Ya que estamos en Slymachine, supongo que sabréis que el auténtico final de “Acorralado”, y el que tenía la novela que adapta, acababa con John Rambo suicidándose durante el asedio final. Un final más acorde con el tono de la película pero que, como se demostró después, tiraba millones de dólares por el sumidero.

Hasta aquí no hay nada extraño ni típicamente Hollywoodiense. Lo que no suele ser normal es que a partir de entonces todo fuera una rápida sucesión de despropósitos y desencuentros.

Rutger Hauer

Philip K Dick parece que sí que quedó más contento con la reescritura y con una demostración de efectos de Douglas Trumbull. Con el beneplácito de Dick (que murió durante la producción de la película) se iniciaba algo más parecido a una batalla-ampliamente documentada- que a un rodaje.

Si empezamos con el casting y echamos un vistazo a la lista de gente en la que se pensó para ponerse en la piel de Deckard vais a flipar pepinillos: Dustin Hoffman, Gene Hackman, Sean Connery, Jack Nicholson, Paul Newman, Clint Eastwood, Tommy Lee Jones, Arnold Schwarzenegger, Al Pacino y Burt Reynolds.

Hoffman era el que estaba mejor posicionado y de hecho se hicieron storyboards con su rostro, pero al final fue un Harrison Ford fresco del éxito de “En busca del arca perdida” el que se llevó el gato al agua (aunque sólo aterrizar en la producción se dio cuenta que había sido un error)…la cosa distaba mucho de empezar con buen pie.

Resumiendo: Como luego se supo, empezamos por unos productores que amenazaban con quedarse la producción si había un solo centavo por encima del presupuesto, un guión que no gusta y se reescribe y ahora continuamos con un actor protagonista que ha declarado en repetidas veces que no le gusta la película y que chocó con Scott tantas veces que no ha vuelto jamás a trabajar con él* ¡BIEN! ¡Vamos BIEN!

¿PERO POR QUÉ SALE BIEN A PESAR DE TODO?

Básicamente porque sus errores jugaron a su favor. Me explicaré.

Empecemos a reflexionar sobre una de las claves del éxito de la película: el hastío, cinismo y desgana que imprime Harrison Ford al personaje no eran fingidos: el pobre Ford parecía que hubiera preferido estar rellenando la declaración de la renta que haciendo la película.
Si se quería transportar al futuro a uno de los duros detectives del cine negro de los 40-50 se consiguió a la perfección (Deckard me recuerda mucho al Mike Hammer que interpreta Ralph Meeker en la maravillosa “El beso mortal”)
Su característica mueca de asco puebla el metraje, y hasta parece ser cierta la anécdota que dice que estaba tan y tan cansado durante el rodaje del famoso monólogo de Batty que se durmió durante la escena. Si os fijáis bien el tipo parece estar a un solo parpadeo de quedarse KO.


Volvamos por un segundo a una de las razones por las cuales NO gustó: todos los chavales esperábamos en gran medida ver a un Harrison Ford heróico, que con un solo azote de su látigo o un buen disparo láser ponía las cosas en su sitio. En vez de eso teníamos a un detective asqueado y… ¡que hace todo de puta pena! Fijaos bien: le cuesta más de 100 preguntas adivinar si Rachael es una replicante; se enamora de ella, la trata con desprecio y luego tiene que luchar por recuperarla; mata a dos mujeres a traición después de que le den de ostias hasta en el carnet de identidad; recibe otra paliza de Leon y cuando está a punto de palmarla… ¡le salva Rachael! y finalmente, tras recibir otra paliza del copón por parte de Batty se salva porque al pobre tipo se le acaban las pilas alcalinas. ¡Patético! ¡Ese no es mi Harrison! ¡Quiero a Indiana y Han Solo!

Por otro lado, la producción, en un giro típico de Ridley, se había salido de madre y de presupuesto. Los productores empezaron a recortarlo y a exigir que se sacrificaran escenas. Por eso, entre otras cosas que sí que se filmaron y que se han podido recuperar, no tenemos lo que hubiera sido un maravilloso prólogo en un planeta distinto a la tierra, con Batty y los replicantes rebeldes surgiendo de una cinta transportadora llena de cuerpos de replicantes muertos que lleva a un horno. Matan a los guardas y la escena acababa con Batty señalando a un punto en el cielo: la tierra. El único rastro de este prólogo queda en la introducción escrita.

Otras escenas acabaron en los Director’s cut o en menor medida, como extras de DVD. Es una lástima no poder ver un “Super Blade Runner”, pero al menos las tenemos ahí para visionarlas; sin embargo, la película al ajustarse al presupuesto y utilizar el ingenio y la contención, ganó en creatividad.

En una película ambientada en el futuro tienes que contar con buenos artistas de efectos especiales o acabas con algo como “Starcrash, choque de Galaxias”. Scott los tenía: Douglas Trumbull y Richard Yuricich, las maravillosas maquetas y naves que tanto realismo dan y que tan en ridículo dejan a los fríos CGI actuales, un ARTISTA de la visualización como es Syd Mead (que también trabajaría ese mismo año en TRON)… ¡y eso que Moebius rechazó trabajar en ella!

Y es que los supuestos errores potenciales se convirtieron en aciertos. Por ejemplo, los coches voladores quedaban tan rematadamente mal, que para disimular su pobre presencia, saturaron la luz trasera con xenón y utilizaron lentes especiales en la cámara, creando una especie de bola de luz brillante. El efecto gustó tanto que ahora todo el mundo lo admira…pero fue una decisión puramente ornamental, no artística.  

¿Quién no ha querido ser serpiente alguna vez?

Y en un gesto que David Fincher luego copiaría en “Seven” (reconocido por él mismo), Scott, para paliar el efecto retro de los decorados del “lot” de Warner (que habían salido en innumerables películas) lo pobló de cañerías, neón, plástico…y lluvia. Lluvia a cubos. Tanta que si ves la película dan ganas de abrir un paraguas aunque estés en casa.

Si os fijáis bien, se ve claramente la fachada “de falsa arquitectura” bajo toda la ornamentación. Pero en un toque de genio, Ridley Scott puebla Los Ángeles del 2019 con masas de gente, una superpoblación que abruma al espectador y hace que no se fije en el cartón piedra y los hilos de los coches voladores.

EL EFECTO “DECKARD ES UN REPLICANTE”

Otro de los aciertos de contar con alguien como Ridley Scott y no Uwe Boll al mando es su afilado sentido intelectual. Scott tampoco es Kubrick, pero sabe dotar a sus obras de cierto toque de autor. Eso sí, luego saca cosas como “La teniente O’Neill”, o “Exodus” y te dan ganas de escupirle en la cara.

No voy a entrar en el rollo de la voz en off, el unicornio y los ojos brillantes que se le ven a Deckard en su escena con Rachael, porque soy de los de la opinión que Scott, algo harto de la producción, se dedicó a meter un poco de cizaña intelectual en el metraje sin más intención que confundir. Debió pensar que “no tendré la película que quiero, así que le meto estas morcillas y me divierto”.

Paul M. Sammon, en su recomendable libro “Future Noir: The making of Blade Runner”, afirma que Scott sí que dejó claro que Deckard era un replicante, y que incluso Fancher, el guionista principial, dejó escrito un final ambiguo: Al final se veía a Deckard llegando a casa, sentándose a tocar el piano, pero sin poder hacerlo ya que tenía calambres en la mano…calambres parecidos a los de Batty cuando empieza a llegar su fin. The End.

El final del segundo escritor,  David Peoples, también tenía telita marinerita: Deckard mata a Gaff (intepretado por Edward James Olmos) ya que a su vez intenta matar a Rachael; llega a casa y espera a la poli con un arma para enfrentarse a los que vengan a buscarle por matar a Gaff. La voz en off filosofaba sobre ser replicante o ser humano, sobre tener dios o tener un creador como Tyrell. Se ve que Scott malinterpretó esa voz en off final y pensó que Deckard era en realidad un replicante.

Pero eso es harina de otro costal y una pincelada más metafísica al pastel, que merece una discusión a parte. El caso es que en vez de enmarañar la película y dejarla hecha unos zorros, le da un nuevo enfoque y abre las puertas a que los revisionados “pajilleros” (clave para que una película pase a status de culto). Googlead “Deckard replicant” y ya veréis la de cientos de páginas y entradas que hay sobre el tema. Otro “error” que pasa a ser acierto.

Mientras, el rodaje se recrudece, ya que a Ridley no se le ocurre otra cosa que poner a parir a los “crew” americanos y decir en una entrevista que los británicos sí que son buenos y que le llaman “gov'nor” (el equivalente a nuestro “jefe”). Eso desata un mal rollo tremendo y acaba de dinamitar la poca camaradería que quedaba. Por si eso fuera poco, el magnífico fotógrafo Jordan Cronenweth tiene que acabar el rodaje en silla de ruedas ya que cae víctima del Parkinson.

Una de las mejores imágenes del film


EL PURGATORIO DE LA POST-PRODUCCIÓN

Y así, a trancas y barrancas se acaba de rodar la película, se hace un montaje de 113 minutos (el famoso y durante décadas inaccesible “workprint”) y se presenta en un pase de prueba en Denver y Dallas. Ya sabéis como funciona: se proyecta la película a un público que no sabe qué se le va a poner y se pasan unas tarjetas con preguntas para dilucidar la opinión del respetable.
Este montaje contiene diferencias con lo que acabaríamos viendo:

·  No está la famosa introducción escrita
·  No hay escena de unicornio
·  No había final feliz

Desafortunadamente, los espectadores del pase de prueba no la entienden y la crucifican a base de bien. A los productores les entra el cague y deciden hacer un montón de cambios. Ridley Scott y Harrison Ford, valedores de la primera versión, más oscura, tiran la toalla y ceden a la presión.

Y entonces, con una mala gana y mala hostia considerables (tan sólo tenéis que ver el careto con el que Harrison Ford rueda el “final feliz”) se hacen los siguientes cambios:

·     Como la gente no entiende ni papa, se añade la voz en off para tapar agujeros (escuchad el original para comprobar las pocas ganas que le pone Harrison Ford) Esto va por gustos, pero a mí particularmente no me desagrada.
·     Se añade el final feliz donde se van Deckard y Rachael en coche hacia un mundo mejor, remontado con escenas sobrantes de exteriores de “El Resplandor”. Es un final cutre y relamido hasta la saciedad y que torpedea casi todo el crédito ganado antes.
·     Se editan escenas, se cambian planos, etc.

Finalmente, con todos estos cambios se estrena.

AY QUE MALA PINTA TIENE ESTO…

Eso es. La película apenas recupera la inversión y los críticos la masacran. Sí, puede sonar increíble, pero obtuvo unas críticas sangrantes y que acabaron por matar el impulso de la película. Tras un segundo fin de semana de pobre recaudación la marcha fúnebre comenzó a sonar en los despachos de The Ladd Company y la película aguantó sólo un mes en cartelera (ahora es un milagro, antes era una ruina)

Lo que mal empieza, mal acaba. Pero Blade Runner no se dejaría enterrar tan fácilmente. De hecho daría más guerra de la que cabría esperar.


Daryl Hannah


EL DIRECTOR’S CUT Y RENACIMIENTO

Se suele decir que las obras de arte no se acaban, tan solo se abandonan. Ridley Scott dejó la película de lado hasta que comprobó que:

a) Gracias al video, la gente pudo parar la película, rebobinarla, detenerla, y en definitiva entenderla mejor. Eso le otorgó miles de nuevos fans ávidos de explicar en tertulias de bar las bondades de esa película que mucha gente no vio ya que escogió para ver, digamos, “Porky’s”.
b) En 1990 se produce un hecho clave para el futuro de la denostada Blade Runner: se proyecta en Los Ángeles, sin que nadie lo sepa a priori, el infame “Workprint”, que deja a legiones de fans extasiados al comprobar que aquello era el sagrado grial; a pesar de su tosquedad (es un montaje de prueba, no lo olvidemos) todos flipan al poder ver la película sin el infame final feliz.

Hay movimiento de fans, publicaciones y fanzines (sí, amigos, esto era pre-internet) y Scott se atreve a remontar “su” película, la que le “arrebataron” de las manos. Como hizo Steven Spielberg años antes con “Encuentros en la tercera fase”, sólo que en aquel caso Spielberg ya era el niño mimado de Hollywood.

Así pues, llegamos al “Director’s cut” (1992) de la película, que contiene todas estas diferencias:

·     Aumenta la duración a 116 minutos.
·     Se quita la voz en off
·     Se añaden las escenas del unicornio para apoyar la teoría conspirativa de que “Deckard es replicante” (y no, no son escenas sobrantes de “Legend”, se rodaron ex profeso para Blade Runner), con lo que el unicornio de origami de Gaff que se encuentra Deckard en la puerta de su casa cobra sentido pleno.
·     En vez del final feliz, la película acaba abruptamente cuando se cierra el ascensor que lleva a Deckard y Rachael (no es un corte porque sí, la película originalmente acababa así, y es genial porque te devuelve-nunca mejor dicho- de un portazo a la realidad)

Posteriormente encontramos el “Final Cut” (2007), que se trata en mi opinión de un ejercicio mercantilista y ciertamente superfluo. Sin embargo, las escenas de la muerte a tiros de Zhora (Joanna Cassidy), donde se incorporó la cara de Joanna en el cuerpo de la doble, hacen ganar mucho a la escena. No he querido hablar de ella antes, pero si os fijáis bien en la escena original hay tantos errores de continuidad que es como para echarse a llorar. Eso sí, para mí sobraba la nueva escena del vuelo de la paloma. El porqué lo reservo para el final.

EPÍLOGO

Una escena en particular refuerza mi idea de que la película está envuelta de un halo fascinante.  Supongo que recordáis la gloriosa muerte de Batty y su famoso monólogo. Ya sabéis que cuando muere, la paloma que está agarrando con su mano sale volando.
Cuando echa a volar vemos una escena que: a) no está rodada en una ciudad, sino la fachada de lo que parece una fábrica (de hecho es el exterior de un estudio inglés), b) no tiene lluvia, cuando estaba cayendo a mares y c) ¡no está rodada de noche, sino en pleno día!
La película en esos momentos te ha llevado a un estado de trance,  suspensión de realidad y de absorción tal que no me importó comprobar que la escena era en realidad un pegote de última hora. ¡Coño, es que también funciona! Y me jorobó ver que en el “Final Cut” la habían substituido porque rompe ese extraño y retorcido hechizo. Para mí era como una ventana de luz clara en medio de aquella pesadilla urbana, oscura y lluviosa, mucho mejor que el “supuesto” final feliz.

En fin.

En mi opinión, y resumiendo, al contrario de lo que reza un famoso refrán inglés, aquí sí que “muchos errores hicieron un acierto”.

Gracias por leer. No me seáis replicantes. Revisitad “Blade Runner”.

*1:Para otro ejemplo, escuchad el maravilloso podcast de Carne de Videoclub donde alguien también lo comenta.
*2: Que sepáis que este señor, hijo de uno de los actores con más cara de palo de todos los tiempos, como ejecutivo dio luz verde a: La Guerra de las Galaxias, Alien, Blade Runner, Callejón Infernal, Carros de fuego, Elegidos para la gloria, Thelma y Louise, Atmósfera Cero…



Escrito por Daniel Higuera de http://blogcaspa.blogspot.com.es/



jueves, 5 de marzo de 2015

POCO DINERO, MUCHA CREATIVIDAD



El ser humano tiende a crecerse ante la adversidad, cada obstáculo es un reto, cada barrera un motivo para superarse y hacerse más fuerte. A menudo esto ocurre con los profesionales que tienen la suerte de trabajar en la industria del cine, algunos de aquellos que lo han tenido crudo han sabido hacer obras maestras creadas prácticamente de la nada. Su inventiva y genialidad se han visto forzadas, alcanzando límites de creatividad que jamás hubieran imaginado. En ocasiones este fenómeno se ha producido justo a la inversa; aquellos que crearon grandes obras con poco presupuesto han realizado años después proyectos mediocres cuando han contado con un presupuesto mayor. Hagamos pues un recordatorio de algunas películas a las que la falta de presupuesto les vino muy bien.


Es obligado en este blog empezar por Rocky (John G. Avildsen, 1976). Con un presupuesto inferior al millón de dólares acabó registrando ganancias que superaron los 250 millones, eso si contar que se convirtió en la plataforma que hizo despegar la carrera de Sly. Contra cualquier pronóstico, contratar a un desconocido Stallone y rodar en Filadelfia con recursos limitados consiguió que Avildsen rodara una historia “real” que reflejara el sentimiento del pueblo americano, convirtiéndose el personaje en todo un símbolo de esfuerzo y superación. Como anécdota recordar la escena en la que Rocky corre junto a Adrian en la pista de hielo, en principio esta escena debía contar con una cantidad considerable de extras patinando alrededor de la pista pero como no había dinero para contratarlos, tuvieron que  rodar la escena sólo con la pareja protagonista, consiguiendo así una de las escenas más románticas de la saga.

En Tiburón (Steven Spilberg, 1975) el robot del escualo fallaba tan a menudo que el director tuvo que idear otra manera de mostrar al devorador de hombres. Para ello se le ocurrió la idea de los bidones que salen a flote y que se supone que lleva clavados en su cuerpo el pececito asesino. Unos simples bidones flotando en el mar consiguieron proyectar al espectador la aterradora idea de que bajo ellos se encontraba un tiburón con una fuerza desmesurada, capaz de hundir cualquier cosa. Spilberg consiguió transmitir el miedo necesario con la técnica de “insinuar y no mostrar”, tan dada en el cine del maestro Alfred Hitchcock y que rescataría también Ridley Scott en su primera y brillante Alien.

Ver un Tiburón sin verlo, Tiburón (1975)

En Alien (Ridley Scott, 1979) son pocos los minutos que podemos ver al bicho que nos aterra durante toda la película y cuando se muestra no es en su totalidad sino partes de él; vemos su cara y los brazos, un trozo de cabeza, su boca (o bocas) pero jamás vemos un plano de cuerpo entero de la criatura. Esto es debido a que el Alien que aparece no es mas que un hombre dentro de un traje que, cuando intentaba moverse como la criatura, no conseguía la credibilidad que el director consideraba necesaria. Si alguien ha tenido la suerte de ver alguna de las escenas eliminadas habrá podido comprobar cómo se rodaron planos en que el Alien se ve claramente cómo es un ser humano que se arrastra por el suelo, con un resultado más cómico que terrorífico. Menos mal que supieron cortar estas escenas a tiempo.

Insinuar mejor que enseñar, Alien (1979)
La mejicana El Mariachi (1992) es todo un ejemplo de cómo hacer una película con cuatro duros y ser todo un éxito. Esta película marcó el debut como escritor y director de Robert Rodríguez, quién logró el financiamiento para la película utilizando su cuerpo y su propia sangre. El director se sometió a pruebas de medicamentos experimentales a cambio de dinero. Los efectos especiales de sangre de la película fueron logrados gracias a preservativos llenos de pintura roja y los movimientos de travelling los consiguió colocando la cámara sobre silla de ruedas y carros de supermercado. Eso es imaginación cinematográfica. Años más tarde la historia sería retomada en una secuela, esta vez protagonizada por Antonio Banderas, con unas escenas de acción impecables a nivel coreográfico pero con un estilo menos fresco y auténtico que la primera.

Poco dinero y muchas ganas, El Mariachi (1992)

El guión de Buried (Rodrigo Cortés, 2010), surgió con la premisa de que su guionista, Chris Sparling, quería escribir una película que supusiera el mínimo presupuesto posible. Para ello acotó tanto como pudo el número de personajes, quedándose al final sólo con el protagonista e hizo lo mismo con las localizaciones, dejando sólo una caja/ataúd como localización única . Con estas limitaciones, Sparling, que por aquel entonces también pretendía dirigir el film, consiguió escribir una película sin precedentes en la historia del cine, toda una obra maestra a nivel de dirección. Cortés consiguió rodar una película con un solo actor dentro de una caja y la impregnó de un ritmo -a priori inconcebible-, con unos movimientos de cámara imposibles para un espacio tan limitado. Imprescindible ver el making off.

El maestro Rodrigo Cortés dirigiendo una película imposible, Buried (2010)

Termino con una de las excepciones a la regla: Terminator 2 (James Cameron, 1991). El presupuesto de la segunda entrega era considerablemente superior al de la primera película pero esto no resto calidad a la secuela. Si hay algo digno de elogio en James Cameron es su constante espíritu de superación, ejemplo de ello es Terminator 2. Tal como hizo años más tarde en Avatar (2009) el director concentró sus esfuerzos en rodar imágenes con un gran impacto visual, utilizó todo su empeño en crear un efectos digitales sin precedentes hasta ese momento. Terminator 2 no deja de ser un remake de la primera parte, en realidad todas las entregas de Terminator se pueden resumir en una persecución o road-movie con trasfondo apocalíptico, pero aquí mejoró la historia y los personajes (el cambio de registro de Schwarzenegger es impecable) y cuidó mucho el aspecto visual. Cameron superó con creces la calidad de la primera Terminator porque no quiso basar el éxito del film en reclamo del protagonista y los buenos resultados de la primera película, trabajó duro para superar el nivel del primer Terminator y le salió redondo (tome nota Sr. George Lucas).

Terminator 2 superó a Terminator