Disney, aquella antigua fábrica de sueños que marcó generaciones, se ha transformado hoy en una máquina perversa enfocada en generar dinero, incluso a costa de arruinar aquello por lo que un día nació.
Y ahora le toca el turno a sus propios clásicos de animación, reformulándolos —sin gracia ni alma— únicamente con el propósito de vender un buen número de entradas.
¿Qué es esto del live action? Si tuviera que explicárselo a un niño pequeño, lo haría así: “es coger algo que está bien y hacerlo mal, solo para ganar dinero”.
En esencia, estas películas se aprovechan de la nostalgia que sentimos por grandes títulos del pasado para arrastrarnos a las salas de cine. Es una fórmula lucrativa para atraer masas, pero con una aportación artística mínima o casi nula.
Nos ofrecen algo que no necesitamos, haciéndonos creer que veremos algo parecido al título original, pero “mejorado”. Apuntan a nuestro corazón para nublarnos la mente.
Aun así, lo que funciona para llevarnos a la sala no suele dejar buen sabor de boca cuando nos levantamos de la butaca. Son producciones de consumir y olvidar.
Creo que los títulos originales de animación ya estaban bien como estaban, y no se pueden mejorar por mucho software innovador que se utilice. Y, sin embargo, siempre escucho aquello de: “qué bien hecha está”.
Este tipo de comentarios apelan únicamente a un aspecto estrictamente visual, a ese “realismo” de una cebra digital que parece de verdad, aunque sea capaz de hablar. Pero, para mí, hacer una versión “realista” de una película animada es más un ejercicio técnico que artístico.
Hay un principio básico que debería existir en el cine y que se traiciona constantemente: no toques lo que es intocable. Versionar grandes títulos, casi perfectos, es como ver a un imitador de Michael Jackson: podrá hacerlo muy bien, pero nunca será el original. Estos intentos rara vez consiguen igualar, y mucho menos superar, la magia del material original.
La animación permite una expresividad y una libertad creativa que el live action simplemente no puede replicar. Lo peor es que, a menudo, se sacrifica ese encanto a cambio de un supuesto “realismo” que, en realidad, resulta frío y artificial.
El principal problema de los live action es que suelen quedar atrapados en una zona de confort visual y narrativa.
Hablemos de El Rey León, a mí entender, una de las mejores películas de animación de la industria de Disney. En la obra original, la narrativa visual es impecable: el juego de luces y sombras no solo embellece la pantalla, sino que aporta profundidad a los personajes y la historia.
Scar, el villano de la función, siempre aparece en penumbra, oculto de la luz, proyectando un aire siniestro. Su manera de moverse, sigilosa y cautelosa, revela su naturaleza traicionera en su papel de depredador que anda al acecho. Esta es la esencia del cine: la narrativa visual al servicio del relato.
Esto se diluye en la versión live action. Aquí, la expresividad desaparece. Los animales se mueven de forma uniforme y mecánica, y la iluminación es excesiva, diseñada para destacar el realismo del pelaje de Mufasa pero despojando a las escenas de cualquier atmósfera dramática. Aquello que en la animación era un espectáculo visual cargado de simbolismo, en live action se convierte en un ejercicio que es técnicamente impecable pero carente de alma.
Este Scar sí da miedo
Lo mismo ocurre con La Bella y la Bestia. Si en la animación los objetos encantados (el reloj, el candelabro, la tetera) transmitían vida y personalidad a través de gestos exagerados y expresiones caricaturescas, en la versión live action son simples artefactos parlantes: un reloj y un candelabro con ojos y boca que, a pesar de hablar, carecen por completo de humanidad y expresividad.
El resultado es desconcertante, incluso inquietante. ¿Te imaginas que un día tu tostadora te hablara con esa inexpresividad mecánica? Yo saldría corriendo.
Lo que antes era magia y encanto, ahora es un despliegue técnico que se olvida de lo esencial: emocionar y narrar una buena historia.
Los guiones no arriesgan, los diseños de personajes son genéricos, y las actuaciones, por muy buenas que sean, no pueden competir con la expresividad de un personaje animado.
Más que un homenaje, estas películas suelen ser estrategias comerciales disfrazadas de creatividad. Se apoyan en nombres conocidos para asegurar taquilla y visualizaciones, sin arriesgarse con historias nuevas ni propuestas originales.
Al final, estos remakes se convierten en productos vacíos, carentes de alma, diseñados para consumir rápido y olvidar aún más rápido.
¿Por qué se hacen actualmente tantos live action? Por la misma razón por la que se hacen tantos remakes: la falta de ideas y la necesidad de vender entradas en un Hollywood cada vez menos inspirado.
Es más rentable sacar la vigésima entrega de Alien que apostar por algo nuevo. Es la política del refrito para intentar saciar la nostalgia.
Si quiero ver documentales hiperrealistas, me iré al canal National Geographic. Mientras tanto, dejadme disfrutar del cine en las salas, que el séptimo arte sea eso: arte.
Por primera vez en la historia de este blog, escribo sobre una película romántica. No me he vuelto loco, si es lo que estás pensando (aunque un poco sí lo estoy). Simplemente, y después de casi diez años de inactividad bloguera, me apetece ampliar otras temáticas, sin dejar nunca de lado a Stallone y a ese cine con más testosterona.
Madurar es, para mí, hablar de otro tipo de películas, y hoy es un buen día para ello. Se cuela en este blog uno de los clásicos más emblemáticos de la historia del cine. Una obra que no puede pasar desapercibida a ojos del que esto escribe.
Soy de la opinión de que hay ciertos títulos en la historia del cine que todos deberíamos ver, de esos que algún día entrarán para examen. Títulos canónicos como 2001: Odisea del espacio, Blade Runner, Regreso al futuro, Pulp Fiction, Forrest Gump o la mismísima Matrix son parte de la historia del cine de Hollywood que no podemos pasar por alto.
En Desayuno con Diamantes seguimos a Holly Golightly (Audrey Hepburn), una joven y excéntrica mujer que vive en Nueva York y que se gana la vida como acompañante de hombres ricos. Paul Varjak (George Peppard), un joven y desganado escritor que se muda al apartamento de al lado, despertará en ella un interés romántico, lo que hará peligrar su estilo de vida bohemio.
La película, dirigida por Blake Edwards —director que basó prácticamente toda su carrera en la realización de comedias (véase la saga de The Pink Panther, con el siempre magnífico Peter Sellers)—, se ha ganado su lugar en el imaginario de los que amamos el séptimo arte.
No se trata solo de una historia romántica ni de una postal estilizada de Nueva York. Desayuno con diamantes es un filme que, pese a sus artimañas comerciales, se nutre de matices que conviene analizar.
Basada en la novela de Truman Capote, la adaptación cinematográfica suaviza y edulcora con maestría buena parte del tono original del libro. Sin embargo, sigue conservando una ambigüedad que la hace interesante incluso hoy.
Capote no quedó satisfecho con el resultado final de la película. Los personajes originales de su novela eran dos personas que se dedicaban a la prostitución y que se enamoran de manera platónica.
La figura de Holly Golightly, interpretada por una espectacular Audrey Hepburn —aunque transformada para evitar la censura de la época—, se desmarca en muchos aspectos de los estereotipos femeninos dominantes del Hollywood de los sesenta.
Lejos de ser únicamente un icono de moda, Holly representa a una mujer compleja y contradictoria, que se mueve entre la independencia y la inseguridad, la rebeldía y el deseo de encontrar su identidad y su lugar en el mundo.
Creo que Audrey Hepburn consiguió aquí su papel más icónico. Su interpretación de Holly Golightly se convirtió en un símbolo de estilo, carisma y vulnerabilidad, consolidando a la actriz como una de las estrellas de Hollywood que, años después, sigue siendo recordada.
Hablar de Desayuno con diamantes es hablar de glamour, estilo y moda atemporales. El vestuario, en especial el del personaje de Holly, ha influido en la moda durante décadas, convirtiéndose en un referente de elegancia y sofisticación.
Símbolo inequívoco del film es la canción “Moon River”, compuesta por Henry Mancini. Ganadora de un Óscar, es una de las baladas más reconocidas de todos los tiempos.
Un gran acierto del film es la mezcla de estilos cinematográficos. Se combinan de manera magistral la comedia con el drama y el romanticismo. La obra de Edwards es una ensalada de ligereza, humor y emotividad. Nos ofrece una historia que entretiene, al mismo tiempo que invita a reflexionar sobre la soledad, la identidad y el amor.
No puedo dejar de comentar la intervención de George Peppard en la película. El que sería, años después, Hannibal Smith en la serie El Equipo A y que —según mi abuela Rosa: "estaba como un tren"— resuelve con solvencia y naturalidad un papel de galán atípico para su tiempo.
Mi iaia Rosa, la que mejor definió a George Peppard😃
El personaje de Paul Varjak no se corona como protagonista de la narrativa; aun así, funciona magníficamente como complemento perfecto del personaje femenino y verdadera protagonista del film. La química entre Peppard y Hepburn es palpable, regalándonos una historia romántica en pantalla que es creíble y emotiva.
Otra cualidad de la película es el diseño de producción. Pocas veces se ha mostrado un Nueva York de los 60 de forma tan idílica. La ciudad se convierte en un personaje más, mostrando lugares emblemáticos que transmiten glamour y elegancia.
Y si fueron importantes los exteriores, también lo fueron los interiores, rodados íntegramente en estudio. Son una lección magistral de cómo la decoración de los apartamentos de los personajes ayuda a perfilar sus personalidades.
Paul Varjak vive en un apartamento de hombre mantenido por su madura y adinerada amante. Lo vemos en la decoración barroca que, más tarde, podemos comprobar que es la misma que usa la amante en su hogar.
En cambio, el apartamento de Holly se muestra desordenado y poco decorado, lo que revela la falta de pertenencia y el caos interior en el que vive el personaje.
En esta película encontramos la que es, sin duda, una de las decisiones de casting más desacertadas en la historia del cine: la elección de Mickey Rooney para interpretar al excéntrico vecino japonés de Holly.
El desafortunado actor hace esfuerzos por intentar no parecerse a sí mismo, pero no lo consigue. Se muestra continuamente con un gesto retorcido, con una expresión que está entre la boca de pato y el dolor de muelas.
En el polo opuesto está Audrey Hepburn. Su interpretación abarca con maestría los diferentes registros que requiere un personaje que se diseña a partir de múltiples capas.
La película fue un éxito tanto de crítica como comercial. Su recaudación en taquilla refleja su popularidad y duradera influencia en la cultura popular.
Con un presupuesto de 2,5 millones de dólares, Desayuno con diamantes recaudó alrededor de 14 millones de dólares en todo el mundo, lo que equivale a unos 120 millones en dólares actuales.
Lo peor de la película es el mensaje final del film, que parece aleccionar a una mujer que, en un principio, necesitaba de su libertad para no perder su identidad. La trama acaba domando a un personaje con deseos de libertad para decirle aquello de “búscate un hombre que te salve de tu descarriada vida”. “Salvada” por un galán de turno que llega a decir aquello de: “—Tú me perteneces—”.
Fuiste pintor, guionista, director y productor de cine y televisión. Único e inimitable en tu estilo surrealista. Nadie será como tú.
Lo confieso: no soy tu mayor fan, pero eso no impide que te reconozca y admire como mereces. Fuiste un director que, al romper convencionalismos, consiguió hacer avanzar el cine.
Trazaste un camino por el que luego transitaron directores más modernos, como Denis Villeneuve o el mismísimo Tarantino. Siempre fuiste a lo tuyo, priorizando lo que querías transmitir por encima de cualquier rentabilidad económica.
Los "intelectuales" de turno trataron de apropiarse de ti, pero nunca ocultaste quién eras ni de dónde venías. Tus filmes no apuntaban al intelecto, sino a lo emocional. Quisiste hacernos soñar y viajar a tus mundos más surrealistas y perversos.
Algunos te acusaron de hacer un cine que no se entendía. Y, en cierto sentido, tenían razón: querías hacernos soñar más que pensar.
Gran creador de sueños y mundos oníricos, siempre bebiste de tu mundo interior, creando películas que apelaban a lo más primario de los sentimientos, pero sin caer en el sentimentalismo.
Con claras influencias del cine negro, pero siempre con un humor un tanto ridículo, fuiste muy difícil de imitar. Los valientes que lo intentaron sólo lograron parecerse en la forma (en el envoltorio), más que en el fondo.
Desordenado en tu narrativa, huyendo siempre de la estructura clásica de principio, nudo y desenlace. Fuiste un director que cambiaba a un personaje por otro, a un actor por otro y una historia por otra dentro de una misma película.
Domador de la música y el sonido, utilizaste ambas herramientas como nadie. Sabías dónde y cuándo colocar un ruido o una melodía para llevarnos a tu mundo de fantasía y locura.
Maestro Lynch, ahora te imagino en una habitación con cortinas rojas, sentado en un sofá junto a Laura Palmer. Ambos observáis a un hombre pequeño que baila frente a vosotros, justo antes de que entre el agente Cooper y le susurres al oído qué fue lo que te mató.
La mejor manera de rendir homenaje a un artista es hablar de su obra y de su legado. Por eso, os dejo un breve repaso a algunas de sus películas en este podcast, donde tuve el privilegio de participar:
Como bien sabréis, en este blog nos encanta hablar no sólo de Stallone y Schwarzenegger, sino también de su entorno más próximo. Y teniendo en cuenta que ese entorno próximo está aglutinado en la saga “Los mercenarios”, pues ahí tenemos la excusa para hablar del astro belga.
No hay duda de que 2.016 está siendo un buen año para Jean-Claude Van Damme. El aparente sacrilegio de remakear el clásico ochentero “Kickboxer”, con el añadido aún más sacrílego de aceptar involucrarse en él, se ha saldado con muy buenas críticas, que la sitúan como una muy buena película de acción; sí, con sus personajes planos, diálogos mínimos y ostias como panes, pero una película de acción muy digna, para cines, con buen presupuesto y en la que ya se está trabajando en su secuela, también con él como co-protagonista.
Pero además de “Kickboxer vengeance”, la sorpresa ha venido con su otro proyecto de curioso título, “Jean-Claude Van Johnson”, que en general ha dejado a todo el mundo entre encantado y alucinado y en el cual demuestra que como pasó en “JCVD”, nuestro “espatarreitor” favorito puede actuar muy bien cuando se lo propone.
Su tráiler es éste, y honestamente, es la peor manera de vender un producto. Miradlo y seguimos.
¿Por qué he mencionado que es una sorpresa? En primer lugar, porque “Jean-Claude Van Johnson” es una serie de televisión, lo cual aleja mucho a Van Damme de su zona de confort de los direct-to-dvd de bajo presupuesto rodados en el este de Europa con que habitualmente nos deleita (o no).
Y en segundo lugar, porque la ha producido Amazon Studios. Sí, la misma Amazon que comenzó como una tienda online de libros, luego pasó a vender música y películas y continuó con todo lo imaginable, incluyendo filtros “aqua-stop” de marca blanca para lavavajillas Siemens (verídico). La misma Amazon que se convirtió en la más potente autoeditorial y que incluso vende su propia línea de e-readers.
Sin embargo, entre su gigantesco catálogo de productos y servicios, no hay mucha gente que conozca que tiene su propia productora de cine y televisión online, al estilo de Netflix. Lo que sucede es que a diferencia de ésta, que gracias a los beneficios de su videoclub online se ha convertido en una productora con el presupuesto de cualquier major de Hollywood, los estudios de Amazon no llegan a ese nivel. Es por eso que apenas producen dos o tres series al año, para que el presupuesto sea el correcto y no se vean obligados a empezar a recortar gastos que afectarían a la calidad de sus productos.
Pero Amazon Studios tiene un elemento diferenciador, y es que sí que producen bastantes episodios pilotos al año, con presupuestos elevados y en los que los involucrados echan el resto. A continuación, una vez publicados en su plataforma, los seguidores votan a sus preferidos y en función del número de votos, esas son las series que cobrarán vida.
Curioso y democrático sistema, que nos ha permitido disfrutar ya de una primera temporada del que fue un piloto increíble y una de las mejores experiencias televisivas de 2.015: “Man on the high castle”.
“Jean-Claude Van Johnson” por el momento es sólo un piloto de media hora, pero las sensaciones que transmite son tan positivas, que sería una pena el que no se transformase en serie.
La sinopsis es la siguiente: “Jean-Claude Van Damme es una de las leyendas históricas del cine de acción. Millonario y retirado, vive en una mansión decorada con objetos que le recuerdan su glorioso pasado, pero se aburre y echa de menos a Vanessa —Kat Foster—, su gran amor y estilista cinematográfica. Un día se entera de que va a estar trabajando en un rodaje en Bulgaria, por lo que llama a su agencia de representación para decir que sale de su retiro y que además quiere trabajar en la misma película que Vanessa. Y está tan decidido a recuperarla, que no le importará reactivar a Johnson. Y Johnson es ni más ni menos que el nombre en clave de su auténtica personalidad, la de un peligroso espía y mercenario a sueldo.”
Ingenioso y divertido ejercicio de cine dentro del cine es lo que nos propone el piloto de Amazon. Resulta que Jean-Claude Van Damme nos ha tenido engañados todo este tiempo, ya que en realidad es una especie de James Bond; y toda su carrera cinematográfica no ha sido más que una tapadera para realizar operaciones encubiertas. Y claro, Vanessa, además de estilista es una de las mejores agentes de campo con la que Van Damme compartió varias misiones.
El tono del piloto es de comedia de acción, y hay varios momentos autoparódicos muy divertidos, como conocer que la pareja se conoció durante el rodaje de “Blanco humano” y en el que vemos a Van Damme con el mismo pelucón que en aquella película, o la discusión con un doble suyo sobre la imposibilidad o no de que dos personas iguales pero de líneas temporales diferentes puedan estar juntas, como sucedía en “Timecop”. También, el hecho de que Van Damme y Johnson lleven años retirados da lugar a algún momento divertido e impactante, como el primer minuto, en el que nuestro protagonista se lleva una paliza por no poder abrir las piernas en 180º.
Dirige un desconocido Peter Atencio, director de todos los capítulos de la serie “Key and Peele” y que tiene un gran recorrido como cortometrajista. Del guión se encarga un más experimentado Dave Callahan, guionista de películas de éxito como “Doom”, el reciente remake de “Godzilla” y toda nuestra amada saga “Los mercenarios”, de la cual está trabajando en la pre-producción de su cuarta parte.
Que no os engañen estos dos nombres o la escasa duración del piloto: los personajes están bien definidos y tienen su profundidad, el humor divierte, la acción es potente y parece mentira la cantidad de cosas que llegan a suceder en media hora, algunas tranquilas, otras movidas, dando la sensación de haber visto una película completa de hora y media.
El piloto de “Jean-Claude Van Johnson” es un perfecto ejemplo de síntesis sin que sobre y sin que falte nada. Y Van Damme, como hizo en la también autoparódica y excelente “JCVD”, si el proyecto es atractivo y original, se implica con ganas y demuestra que sabe actuar bien como cualquier actor “normal”.
Ojalá este piloto se convierta en una serie de éxito. Una idea tan buena no puede quedarse en nada.
Nuestro Sly acaba de cumplir 70 primaveras y parece
que su cuerda dura y dura... como aquel conejto del anuncio de pilas alcalinas.
Incansable, imparable y muy reciclable. Así es Stallone, un tipo duro que hoy
vive una segunda, tercera o quizá cuarta juventud, plagada de buenos momentos y
un merecido reconocimiento. Por fin. Stallone, un tipo inquieto con múltiples
inquietudes artísticas, polifacético e incansable: pintor, guionista, director,
productor y actor. Una persona con la misión de expresar ya sea con un pincel,
una pluma o una cámara
En una época donde triunfaban las caras de Paul
Newman y Dustin Hoffman, el desfigurado rostro de Stallone consiguió hacerse un
lugar en Hollywood. ¿Había nacido una estrella? Los cánones de belleza de ese
momento paracían decir todo lo contrario, pero el actor diseñó su carrera como
diseñaba sus entrenamientos. Constancia, esfuerzo y una disciplina a prueba de
golpes son cualidades que destacan de un tipo que siempre se ha crecido ante la
adversidad.
Los años le han convertido en un icono. Rocky con
Stallone, Stallone con Rock. Personaje y actor, juntos, inseparables para
siempre. Un tándem que es símbolo de superación, del triunfo del que está
acostumbrado a perder. Representación del viejo y ya caduco “sueño americano”.
Todo ello con permiso del Sr. Rambo, el segundo personaje por el que Sly
siempre será identificado pero con la falta de carisma y empatía del púgil
italoamericano. Dos iconos atemporales que han acompañado al actor a pesar del
paso de los años y que se han convertido en dos símbolos de la cultura popular.
Sylvester Gardenzio Stallone cuenta ya 70
primaveras y lo celebra recogiendo los frutos del esfuerzo invertido en el
pasado. Con el sabor de boca de un recien estrenado Globo de Oro y con cierto
aroma de un Oscar que al final no fué para él. Atento y respetusoso con la
prensa y los fans, un tipo con la cabeza en las nuebes y los piés en la tierra.
Un símbolo de un cine de acción que ya
no volverá, desfasado en su concepción pero inmortal en sus valores. Siempre
vamos a necesitar héroes, gente que se levanta cada vez que cae, como Balboa,
como Stallone.
No haría falta
comentarlo, pero aunque este vuestro blog esté dedicado a los ídolos Stallone y
Schwarzenegger, también nos gusta hablar de actores o proyectos que estén en el
entorno de ambos. Y resulta que esta noticia está relacionada con ellos dos.
En 1.990
Schwarzenegger estrenaba la comedia policiaca “Poli de guardería” —“Kindergaten
Cop”—. La historia a priori tenía un cierto interés como thriller
policiaco. La trama iba de dos detectives de policía, John Kimble y Phoebe
O'Hara, quienes llevan años trás de Cullen Crisp, un peligroso traficante de
drogas. Una pista les llevará hasta Oregon, al conocer que la ex mujer de Crisp
—la cual huyó para proteger su vida y la de su hijo, y de paso se fue con un
pastizal de su marido— vive allí con una nueva personalidad trabajando como
profesora en un colegio infantil. Como la pareja de policías sabe que tarde o
temprano Crisp dará con el paradero de su mujer e hijo, deciden trasladarse
hasta allí y que Phoebe, quien tiene experiencia docente, se haga pasar por
profesora y pueda vigilar al chaval. El problema es que nada más llegar, Phoebe
cae enferma a causa de una intoxicación alimentaria y John, que básicamente es
el prota de “Depredador” haciendo de policía en vez de soldado, tendrá que
hacer de falso profesor. Y no tardará en descubrir que no hay nada más
peligroso que una clase de malditos demonios de diez años de edad.
Pese a que la
película no era ninguna maravilla, se recuerda con agrado, los niños no eran
excesivamente repelentes y la trama policíaca tenía un cierto interés. Además,
permitió ver a Schwarzenegger en un registro un tanto diferente y más “humano”.
Pues bien, en esta
época de precuelas, secuelas, remakes y reinicios, se acaba de anunciar el
inminente estreno de “Kindergaten Cop 2”, o lo que es lo
mismo… la secuela que nadie pedía. De hecho, el proyecto recuerda más a las
falsas secuelas de los años 80, en los que simplemente la productora añadía un
número detrás del nombre y lo único que hacían era repetir más o menos la historia.
O sea, un remake encubierto. Y más o menos esto es lo que nos vamos a encontrar
en esta falsa secuela pseudo remake.
Si bien es cierto
que algunos medios ya hablaron del proyecto el verano pasado, la producción ha
pasado bastante desapercibida y ha generado un escaso interés entre medios y
aficionados. Tiene tan mala pinta todo, que pese a que en un inicio Universal
Pictures hablaba de que iba a ser un remake con buen presupuesto y para cines,
al final han tenido que claudicar al ver el nulo interés generado, distribuirla
directamente en el mercado doméstico y añadirle un 2 al nombre a ver si alguien
pica.
Y es que los
nombres involucrados son como para pensarse mucho el verla, aunque en mi caso,
como buen amante de la caspa y la mierda audiovisual, no pienso perdérmela:
·Actor
principal: Dolph Lundgren, nuestro amado Ivan Drago, el cual interpreta a un
nuevo personaje, así que tranquilos, que no usurpará el lugar del dios Chuache.
·Director:
Don Michael Paul, quien se puso tras las cámaras en algunos capítulos de la
joya de Lorenzo Lamas “Renegado”, y que ha dirigido
geniales mojones como “Temblores 5: El legado”, “Mandíbulas 4: El capítulo final”
(WTF??? ¿Es que hubo una tercera parte?) y otro caso de “secuela de peli de éxito que no tiene un carajo que ver con la original
salvo el nombre”, llamada “Jarhead 2: Field of fire”.
· Guionista: David H. Steinberg, quien ha
escrito “American Pie 2”,
“American
Pie 7: El libro del amor” o el especial navideño “Shreketefeliz Navidad”.
Aunque le redime haber escrito también algún que otro capítulo de “Los
Simpsons”.
El complejísimo
argumento de la película habla de Reed —Lundgren—, un agente del FBI que tendrá
que hacerse pasar por profesor de guardería para recuperar un pen drive con
datos robados del programa de protección de testigos del gobierno (espero que
expliquen cómo carajo acaba un pen drive ultra secreto en poder de un niño).
Además de vérselas con los alumnos, nuestro rubio héroe tendrá que lidiar con
el ambiente políticamente correcto del centro. Vamos, que fijo que querrá
liarse a usar el cinturón y el zapato con los niños tocahuevos, pero como
estamos en estos tiempos en los que un mocoso tiene más poder que un profesor,
le tocará pasar por el tubo en vez de liarse a hacer una masacre, que mira tú
por dónde, sería una idea más divertida que lo que al final se ha rodado.
El más que probable
truño se va a estrenar en mayo en USA en formatos DVD y BluRay. Aún no hay
fechas para España, pero qué duda cabe que yo no voy a perdérmela. Y pienso
verla en versión original, porque la unión del fuerte acento sueco y la escasa
capacidad interpretativa de Lundgren en una película cómica con bastantes diálogos como va a ser esta,
promete ser épica.
En SLYMACHINE no podemos estar más
orgullosos y contentos, Sly se ha hecho con el globo de oro por su papel en
“Creed”. Stallone recogió el premio en medio de una gran ovación por parte de
sus compañeros de profesión, algunos de los cuales no tuvieron reparos en
levantarse para mostrar el respeto que merece un actor de la talla de Sly.
En un primer momento, poco o nada
se esperaba de “Creed”, un spin-off que muchos se atrevían a definir prematuramente
como un desesperado intento, por parte de Stallone, de provechar la merecida
fama que el personaje de Rocky ha cosechado durante casi cuarenta años. Hoy, algunas criticas vertidas sobre el film,
señalan a “Creed” como la sorpresa cinematográfica de este recien estrenado
2016. Lo que pocos podían imaginar es que además, Stallone sería premiado como
actor de reparto por su interpretación en esta película.
Los que hacemos este blog, siempre
hemos pensado que Stallone ha dado siempre lo mejor de sí cuando ha encarnado al
que es, en palabras del propio actor, su “amigo imaginario”. Fue el personaje
de Rocky el que proporcionó una carrera a un actor que lo tenía todo en contra
para triunfar en una industria conquistada por tíos guapos y carismáticos, de
la talla de Steve McQueen o Paul Newman. Stallone, conocedor de sus muchas
carencias interpretativas, supo dibujar una carrera ajustada a su medida,
siguiendo un principio propio del mayor de los emprendedores que dice que si
nadie te contrata te inventes tú tu propio trabajo.
Tanto Sly, como sus fans, hemos
recibido siempre la burla de aquellos que se jactan de consumir cine “de
calidad” y que han calificado a Sly como poco menos que un actor con una mente
relajada y mucho músculo. Hoy es el día en que esas cultivadas bocas deben
cerrarse y reconocer el triunfo de un actor que, como su personaje Rocky,
siempre se ha levantado después de haber caído. Hemos tenido que esperar casi
cuarenta años para ver premiada toda una carrera llena de éxitos en taquilla
que fueron carnaza para los buitres de la crítica. No nos importa, el tiempo
siempre se encarga de poner a todos en su lugar y hoy nuestro actor fetiche
está donde le corresponde; en un otoño de su vida plagado de éxito y respeto.
Ahora solo nos queda esperar a las
nominaciones de los Oscar 2016, donde quizá Sly vuelva a sorprendernos.
Ya se va
acercando la fecha para realizar una nueva visita a los cines, y no, no estoy
hablando de “Star Wars Episodio VII: El
despertar de la Fuerza”.
No. Aquí sólo hablamos de auténticos héroes como Stallone y Schwarzenegger y no
de jedis que no saben hacer nada sin una espadita de colores.
El próximo 25 de noviembre en USA se estrena
“Creed”, el spin-off de la saga “Rocky”.
Dirigido por
una joven promesa como es Ryan Coogler —“Fruitvale
Station”— y coguionizado por él
mismo y el debutante en el mundo de los guiones Aaron Covington (sus
credenciales en la IMDB
no apuntan al optimismo, ya que la mayor parte de sus trabajos en Hollywood han
sido como técnico de sonido), “Creed” nos
explicará la historia de Adonis Creed, el hijo pequeño Apollo Creed, quien
querrá convertirse en un gran boxeador, y para eso pedirá ayuda al más grande
de todos: Rocky Balboa.
Hasta ahí lo
que se sabe y de lo que ya se ha hablado en este blog. Pero acaba de estrenarse
el nuevo tráiler en castellano y de esto hay que hablar. Y más concretamente de
decisiones empresariales.
Cualquier
empresa está en todo su derecho de vender un producto de la manera que
considera oportuna; y si bien vaticino un casi fracaso en España al estrenarse
en USA el 25 de noviembre y tener que esperar a que Warner Brothers Spain la
distribuya en ¡febrero de 2.016! (o eso o mienten todas las fuentes consultadas),
tampoco quiero hablar de ese tema. Lo más inquietante es la orientación que le
han querido dar al tráiler.
Hasta ahora teníamos claro eso del spin-off: traumática infancia del hijo de
Apollo sin una figura paterna, problemas en la adolescencia, ganas de salir del
pozo practicando boxeo, la presión añadida por ser hijo de quien es para acabar
siendo pupilo de la leyenda más grande de la historia y, además, quien retiró a
hostias de los cuadriláteros a su propio padre, etc.
O sea, que Rocky Balboa iba a hacer de mentor/padre adoptivo, pero siempre en
un muy segundo plano. Todo el foco de atención iba a estar puesto en Adonis
Creed. Y aunque al ver en el tráiler original a Rocky, el restaurante de “Rocky Balboa” e incluso fugazmente a
Tony Duke —el entrenador de Apollo y de Rocky (joder, de este sí que tenían que
hacer un spin-off)— queríamos creer que Rocky Balboa iba a estar mucho más
presente, por parte de Warner Brothers USA se insistía siempre en lo mismo:
esto es un spin-off, amplía el universo de Rocky Balboa pero no es “Rocky VII”.
Pues resulta
que la filial española de WB ha decidido aplicar su criterio empresarial,
consistente en no estar muy seguros de la recepción del público y centrar más
la atención en el personaje de Sylvester Stallone por si acaso. Así pues, Rocky
Balboa aparece mucho más y no como mero secundario, SE NOS SPOILEA de mala manera al darnos a conocer algo de su futuro
y la película ha sido renombrada como ”CREED: LA LEYENDA DE ROCKY”.
De hecho,
parece que nos encontremos ante una nueva versión de la injustamente
infravalorada “Rocky V”. En ésta,
tras la dura victoria de Rocky ante Drago, el púgil se retira y toma como
pupilo a Tommy Gunn, una joven bestia con grandes cualidades a la que debe
pulir. El pupilo le saldrá rana y le abandonará. Aquí no ocurre eso, pero es
notable el parecido de ambos planteamientos. Y aunque todo apunta a que Adonis
Creed tendrá algo más de protagonismo, Rocky Balboa no estará muy por debajo,
siendo coprotagonista y no un personaje secundario. Es más o menos lo que
habría pasado si en “Rocky V” le
hubiesen dedicado más escenas a Tommy Gunn.
Así que la
cuestión es: ¿Estamos ante un spin-off de la saga o una séptima entrega? ¿Nos
tendremos que cagar en todo al ver que nos están vendiendo una “Rocky VII” para luego comprobar que es
un spin-off y Balboa no sale lo que ansiamos? ¿O nos llevaremos una sorpresa al
ver que sí, que estamos ante “Rocky VII”?
Y vosotr@s,
¿qué opináis? Juzgad por vosotros mism@s. Aquí os dejo el primer tráiler
seguido del nuevo, y podréis ver la diferencia de planteamiento. Eso sí, importante spoileren el nuevo tráiler.
Estáis avisados.
PD: (A los tiquismiquis como yo.) Sí, ya lo sé.
No podría llamarse “Rocky VII” puesto que la sexta parte se llamó “Rocky
Balboa”. Por lo tanto no existe “Rocky VI”. Pero creo que ya me entendéis lo
que quiero decir cuando menciono a “Rocky VII”. Además, existe “Rambo III” sin
existir “Rambo II”, así que no seáis tan puñeteros.
Confieso que no soy un gran fan de
las pelis de James Bond, pero admito que algo de curiosidad ha despertado en mí
la noticia de un proyecto que tiene la intención de reunir a todos los actores
que encarnaron al agente 007, antes del Daniel Craig.
Cuando Stallone anunció en 2008 su
intención de rodar una película que reuniera a las viejas glorias del cine de
acción se sucedieron reacciones de todo tipo. “¿Dónde van esos viejos haciendo
películas de puñetazos y tiros?”, se preguntaba más de uno. Otros, por el
contrario, arropamos con cariño a la noticia. Después de tres películas y un
buen resultado en taquilla (global, que no de la última entrega), Hollywood ha
querido aprovechar la fórmula inventada por Sly. Rizando el rizo, apareció la
propuesta de reunir en una sola película a todos los actores protagonistas de
James Bond.
El pasado verano, Rogger Moore
asombró a la prensa anunciando que un grupo de productores se había puesto en
contacto con él y con el resto de protagonistas. El mayor impedimento con que
cuenta esta aventura es el hecho de que Sean Connery, retirado del cine hace ya
doce años, se negó rotundamente a volver a relacionarse con el personaje de Ian
Fleming. Sin el primer James Bond cinematográfico, parece impensable llevar a
cabo una película que además tiene la intención de convertirse en trilogía.
Lo más sorprendente es que esta nueva
saga se haya planteado como una trilogía, teniendo en cuenta que Rogger Moore
cuenta ya con 87 años y Sean Connery con 85. Con estas edades es inevitable
preguntarse cómo se rodarían las tres películas. La lógica dice que deberían
rodarse al estilo “El Señor de los Anillos”, es decir, rodar los tres films de
forma simultánea. Pero dudo mucho que cualquier productor invierta el dinero y
el tiempo que supone rodar tres películas, además desconociendo el resultado en
taquilla de la primera entrega. Eso sin contar que para los ancianos actores,
someterse a ese ritmo de trabajo podría suponer un pasaporte a otra vida.
James Bond parece ser una franquicia
inagotable, 27 películas dan fe de ello. Pero un proyecto tan arriesgado como
este se intuye imposible. Los fans de Bond no son partidarios de ver demasiado
alterado el personaje, encarnado ahora por Daniel Craig, quien por cierto fue
blanco de infinidad de críticas cuando en 2006 protagonizó “Casino Royale”.
Craig, que este mismo año estrenará su cuarta película como 007 con “Spectre”,
representó a un Bond más vulnerable, más humano, algo que no fue del agrado de
los seguidores de la franquicia, acostumbrados a un Bond más clásico, capaz de
pelear sin sangrar y de hacer el amor sin sudar.
Así que ver ahora a un grupo de
ancianos, que en su día fueron jóvenes espías a la orden de su majestad, no
parece una idea que termine por ser un negocio rentable para la industria americana.
Es lógico pensar que todo este ruido termine siendo uno de tantos proyectos
condenado a caer en la papelera de algún despacho de alguna gran productora de
Hollywood.
Nuestro querido Freddy Krueger perdió el pasado
domingo a su padre y creador Wes Craven.
Con 76 años, un cáncer cerebral nos ha robado a uno de
los maestros del cine de terror, un director y guionista que siempre será
recordado por “Pesadilla en Elm Street” (1984). Allí nació ese gamberro de apellido
Krueger, un tipo con la cara chamuscada que se colaba en los sueños para
zamparse a adolescentes que debían pagar por los pecados de sus padres.
Desde sus inicios, Craven supo combinar terror y humor
como nadie. La primera muestra de ello
fue su tercera película como director “Las Colinas tienen ojos” (1977), un film
que se convertiría en todo un clásico del género. “Las Colinas tienen ojos” era
capaz de hacer reír al público en secuencias en las que debería estremecerse.
Sabedor de esta mágica combinación, repitió la fórmula años después en su
icónica “Pesadilla en Elm Street”.
En “Pesadilla”, Craven reinventó el género de terror.
Basándose en una historia real acerca de una noticia que leyó sobre un chico
que murió en circunstancias extrañas mientras dormía. Al parecer, el niño
llevaba días sin querer dormir, asegurando a sus padres que si lo hacía “algo”
lo iba a matar. A esa historia, Craven le sumó el personaje de Freddy, también
basado en un terrorífico hombre que Wes vio cuando era niño. El personaje
resultó de la mezcla de esas dos experiencias, dando resultado a un asesino que
se situaba fuera de una realidad física para asesinar a adolescentes. Lo que
iba a ser una única película acabó convirtiéndose en una saga de hasta nueve
películas, dos de ellas dirigidas por Craven, además de un spin-off del
personaje “manos tijeras” en “Freddy vs Jason” (2003), una curiosidad fílmica
que reunía a Krueger con Jason Voorhees, el mítico e implacable asesino de
“Viernes 13”.
Craven coqueteó con proyectos dramáticos como “Música
del corazón”, que le valió a Meryl Streep una nominación más a los premios
Oscar. A pesar de ello, Wes volvió a saborear el éxito en el terreno que mejor
controlaba, creando una nueva serie de películas de miedo de nombre “Scream”
(1996). La película resucitó el género de terror, que tan olvidado estaba en
esa década, consiguiendo que los gritos volvieran a las salas de cine en tres
ocasiones más. Esta tetralogía llegó a convertirse en una serie para la MTV.
A sus treinta y seis años, Freddy se ha quedado
huérfano y triste, su Dr. Frankestein ha muerto y ya no sabe qué será de él.
Esperemos que su jersey rojo y verde vuelva a brillar en pantalla o en nuestros
sueños… ¡o mejor que no!
Todo actor con una larga filmografía
tiene algunos títulos que son casi desconocidos, bien por ser muy antiguos,
haber tenido poca distribución, poco éxito o mil factores más. Respecto a
nuestro héroe Sylvester Stallone, no muchos recordarán su cameo en “Bananas” de Woody Allen, la comedia
musical “Rhinestone” o el entrañable
mojonazo “La carrera de la muerte del año
2.000”. Sin embargo, hay un título moderno que permanece oculto para el
aficionado medio (que no sois vosotros, lectores de SlyMachine): se trata de “Reach me”, un film de 2.014 que tiene
todos los puntos para acabar siendo la película más desconocida de Stallone.
Por norma general,
me suelen gustar las películas corales: ese invento de Hollywood en el que se
juntan catorce mil actores de primera división interpretando a catorce mil
personajes con catorce mil historias cruzadas. Tras la inversión exagerada por
parte del estudio, al final vienen (casi siempre) los réditos en forma de
buenas críticas y éxito en taquilla.
Además, son películas que sirven para ver a actores conocidos en papeles más
cortos de la habitual pero muy diferentes a lo que solemos ver. La entretenida
saga “Ocean’s Eleven”, “Boogie nights” o “Magnolia” serían buenos ejemplos.
El amigo y jefe del
lugar, Carlos, ya comentó en esta anterior entrada (http://slymachine.blogspot.com.es/2014/07/bad-news-reach-me-official-trailer-2014.html) la noticia de que tito Sly
abandonaba el cine de acción por el drama, comenzando con la película “Reach me”. Teniendo en cuenta que se
halla en estos momentos en la preproducción de “Los mercenarios IV” y que los rumores de una quinta entrega de la saga
del tranquilo y afable personaje John Rambo son constantes, está bien claro que
de abandonar el cine de acción nada de nada; pero no es menos cierto que “Reach me” es un drama y en él, Sly no
golpea ni una sola vez (aunque tiene una mala hostia que da miedo).
“Reach me” es una especie de oasis en la
filmografía del actor. Se trata de una película independiente, lo cual no
implica que carezca de presupuesto, ya que aunque no aparezca ningún Al Pacino
o ninguna Glenn Close, y el elenco sea del tipo televisivo o cinematográfico
venido a menos, el gran número de actores implica un buen presupuesto. Así que,
si se le ha puesto la etiqueta de independiente es porque ningún estudio grande
está de por medio. En Estados Unidos tuvo una buena distribución en salas pero
al no gozar de un soporte publicitario grande (ahí es donde se nota la
diferencia entre un estudio modesto y una major)
tampoco fue un éxito. La crítica no ha sido muy entusiasta con la cinta y de
hecho, en la Biblia IMDB tiene una puntuación de 4.9. Y para colmo en España
sigue inédita incluso en DVD, lo cual hace que muchos fans no la conozcan.
Aunque para eso estamos.
Dirige y guioniza
John Herzfeld, cuya trayectoria es más bien televisiva, En uno de sus saltos al
cine se encargó de la muy interesante e infravalorada “15 minutos”, con Robert de Niro como protagonista. También se
encargó en el 84 de la comedia cursi “Tal
para cual”, que sirvió de segundo lucimiento para la pareja de moda
Travolta/Newton-John. Pero no podemos olvidar que también fue actor, e
interpretó el papel del sicario Cho en la magistral “Cobra: el brazo fuerte de la ley”, uno de los mayores éxitos de
nuestro ídolo Stallone. Entre ambos se fraguó una buena relación, y el actor
reconvertido a director siempre quiso tenerlo en alguno de sus proyectos. De
hecho, Stallone iba a ser el protagonista de “15 minutos”, pero una asociación de última hora entre estudios y
un incremento en el presupuesto, permitieron que se incorporase un actor de más
valía dramática como fue Robert de Niro.
John Herzfeld (conduciendo) en "Cobra"
La trama de la
película es bien simple: “Reach me” es
el libro de autoayuda más exitoso de todos los tiempos y las redes sociales
arden comentando frases del libro (como los memes de Paulo Coelho). Se
desconoce quién es el autor; el único que lo conoce es su editor, el cual se ha
vuelto millonario y afirma que su representado no quiere saber nada de la fama;
es más, por voluntad propia, rehúsa cobrar la inmensa fortuna que le
corresponde por las ventas.
Ya os imagináis que tarde o temprano
se acabará conociendo su identidad, y como buena película coral, las historias
de todos los personajes acabarán confluyendo en torno al misterioso escritor.
Adjunto la
siguiente lista de personajes clave, pero emparejados, para no liaros en exceso.
COLETTE y EVE
Colette —Kyra Sedgwick (“Phenomenon”,
“Homicidio en primer grado”, etc.)— es
una madre que acaba de salir de la cárcel. Poco antes de ser liberada, ve un
reportaje en televisión sobre el libro de marras y tiene una visión: el
misterioso escritor necesita su ayuda. Eve —Elizabeth Henstridge (“Agentes
de S.H.I.E.L.D.”)— es su hija pizpireta y repelente, y que tiene que lidiar
con ser la adulta en la relación madre-hija.
WOLFIE y PADRE PAUL
Thomas Jane, un poli que atrae a la muerte
Wolfie —Thomas Jane (“The
punisher”, “El cazador de sueños”, etc.)— es un violento policía con el
mayor récord de muertes en el cuerpo. Es más, a veces sus propios compañeros le
ayudan a tapar las muertes para evitar su expulsión. En el fondo es un buen
tipo que no quiere matar, pero es un imán para atraer las situaciones más jodidas
y peligrosas.
El padre Paul —Danny Aiello (“Érase una
vez en América”, “Haz lo que debas”, “La rosa púrpura de El Cairo”, etc.)—,
por su parte, es el párroco del barrio en el que vive Wolfie, y sufre el acoso
de éste ya que cada vez que mata a alguien, siente la imperiosa necesidad de
confesarse. Y el padre ya no sabe de qué manera mandar a la mierda al policía
puesto que no hay “Padrenuestros” ni “Ave Marias” con el que obtener el
perdón divino.
TOMMY, DENISE y FRANK
Tommy — Christoph M. Ohrt (“Alerta cobra”)— es un mediocre
director de cine que ha pedido dinero al mafioso Frank —Tom Sizemore (“El fin de los días”, “Paparazzi”, “Black
Hawk derribado”, etc.)— para financiar su próxima película. El problema es
que se ha fundido el dinero en operaciones estéticas para su novia Denise —Rebekah
Chaney (“Wasteland”, “Bobby Z”, etc.)—,
la que iba a ser protagonista de la película.
ROGER y GERALD
Roger —Kevin Connolly (“El
diario de Noa”, “John Q”, etc.)— es un joven periodista que se muere por
ascender en el periódico en el que trabaja. Gerald (NUESTRO DIOS STALLONE) es
el director y un pedazo de hijo de puta que dirige con mano de hierro a sus
subordinados. Aprovechando un chivatazo que sitúa al autor de “Reach me” en una determinada ciudad,
obligará al chaval a hacer un imposible periodismo de investigación.
TEDDY, KATE y WILSON
Tom Berenguer, un escritor en la sombra
Teddy —Tom Berenger (“Orígen”,
“Platoon”, “D-Tox (Ojo asesino)”, etc.)— es el misterioso escritor, una
antigua estrella del fútbol americano que vive poco menos que en la indigencia.
Su hija Kate —Lauren Cohan (“The walking
dead”)— le ayuda en lo que puede y entre ella y Wilson —Terry Crews (saga “Los Mercenarios”)— intentan que dé el
paso y salga a la luz pública.
Como he comentado
antes, las historias se cruzarán entre sí y se acabarán uniendo a la del
escritor. Evidentemente no hablaré de esas combinaciones puesto que ya
entraríamos en el terrorífico mundo de los spoilers.
Tenemos muchos más
personajes, pero no merece la pena mencionarlos por tratarse de personajes
secundarios e incluso terciarios; aunque la gracia es que algunos están
interpretados por actores célebres, como Danny “Machete” Trejo, o son conocidos del entorno de Stallone, como
Kelsey Grammer —“Frasier”, “Cheers”, “Los
mercenarios 3”, etc.—, su propio hermano Frank o su hija pequeña Scarlett.
Como toda película
coral, no todas las historias ni todos los personajes son igual de
interesantes. La historia del mafioso y el director de cine es del todo
prescindible, mientras que la del policía loco y el sacerdote —que se cruza con
la de la madre y la hija—, es la más divertida. Y la historia del escritor, su
hija y su editor la más emotiva.
Siguiendo esa
premisa, tampoco todos los actores están al mismo nivel. Tom Sizemore exhibe en
todo momento la única expresión que conoce: la de malote que ya no impone; Elizabeth Henstridge mantiene el mismo aspecto de universitaria repelente
que lleva en “Agentes de S.H.I.E.L.D.”;
y Terry Crews se muestra divertido, sobreactuado y a punto de reventarle los
pectorales igual que en la saga “Los
mercenarios”, sólo que aquí no mata a nadie y viste de manera impecable.
En el otro bando, en el de las buenas actuaciones, destacaría a Danny Aiello,
que no es que interprete un papel muy complejo, pero es un actor con un carisma
y una presencia incuestionable; Tom Berenger, cuyo aspecto de sex symbol ha
desaparecido para aflorar una especie de cosa amorfa y colorada, se muestra
especialmente sensible y vulnerable, realizando una muy buena interpretación; Lauren Cohan ya ha demostrado con
creces su nivel como actriz dramática en “The
walking dead” y aquí mantiene dicho nivel; y la gran sorpresa viene de
parte de Thomas Jane, ya que viendo su interpretación en “The punisher” o teniendo en cuenta que es el principal candidato a
protagonizar el eterno remake de “Los
inmortales”, es difícil imaginárselo con una vis cómica tan acusada como
muestra aquí.
Y os estaréis
preguntando por qué no hablo de Sly. Bueno, había que dejarlo para el final.
Nuestro héroe sólo tiene tres escenas, pero nunca lo habréis visto tan hijo de
perra, tan despreciable y tan despreciativo respecto al resto de la humanidad.
Sin embargo, tiene tanto poder sobre el personaje del joven periodista Roger,
que su presencia aun invisible, es constante en la película. Roger, por cierto,
muy bien interpretado por Kevin Connolly, siempre tiene a su jefe en el
pensamiento: el artículo/misión imposible que le ha encargado puede ser su
pasaporte a la fama o una patada en el culo. Cuando además conozca al escritor,
a esa especie de mesías capaz de sanar cualquier trauma menos los suyos
propios, Roger empezará a plantearse si escribir sobre la verdad o escribir
algo sensacionalista como quiere su jefe.
En verdad, no sé si
este es el giro hacia el drama que Stallone comentó en su momento. Es cierto
que no pelea, ni dispara ni hace explotar nada, pero la violencia verbal de que
hace gala su personaje y su presencia intimidante están más cerca de un villano
de película de acción que no de un drama.
Respecto a un posible futuro estreno en DVD o
salas españolas, ruego, no, imploro a que el doblador habitual de Stallone no
se haga cargo de este proyecto. A medida que Ricardo Solans se hace mayor,
tiende a doblar a Stallone como un subnormal. Ahí está el terrorífico doblaje
de “Rocky Balboa” sin ir más lejos.
Teniendo en cuenta que Sly en todas las escenas de esta película está
chillando, no imagino a Solans doblándolo con su estilo actual.
En conclusión, “Reach me” no es ninguna maravilla, pero
tampoco merece ese 4,9 que tiene en la IMDB. No admite la más mínima
comparación con “Magnolia”, por
ejemplo, pero es una película de estas que aún con su parte de drama, te hacen
terminar de verla con una sonrisa de oreja a oreja. Y ver a nuestro ídolo en un
registro tan diferente mola mucho.
¡Eso sí, exijo un
spin-off con el personaje de Thomas Jane ya! Escrito por Albert Sanz.